La Generalidad de Cataluña amenaza con recortarlo todo. Hasta la cultura subvencionada. Y los artistas subvencionados, que habían mantenido un miserable silencio cuando se anunciaban recortes en las ayudas sociales, la educación o la sanidad pública, están exaltadísimos cuando ven que serán subvencionados, pero menos, y amenazan con manifestarse y armar una de muy gorda.
Reconozco que es una manera de decir las cosas maniquea y simplificada, porque eso que llamamos cultura incluye la preservación del patrimonio, los museos, la industria cultural, todas cosas muy loables... pero también incluye esa élite de vividores y voceros del régimen, que se alimentan de subvenciones y viven del cuento. Y ésos, precisamente ésos, ésos que ahora ponen el grito en el cielo, podrían haber levantado la voz cuando el Gobierno anunciaba menos inversiones en educación o en sanidad, podrían haber sido la voz de los que no podían gritar, pero no protestaron, no lo hicieron. Callaron. No seré yo quien ahora llore por ellos.
¿Quiénes son? Les pondré un ejemplo que ayer salió en prensa.
Uno de estos personajes que se quejará de fijo es valenciano y vive y trabaja en Valencia. Entre él y su mujer presiden o gestionan diecisiete sociedades y fundaciones y diecinueve inmuebles. ¡No está mal! Diez de estas sociedades han recibido, entre 2002 y 2009, 15.084.347 euros de subvención, céntimo más o menos, de la Generalidad de Cataluña, que no es la de Valencia; siete de estas fundaciones también han recibido 2.680.230 euros de las cuatro diputaciones catalanas (la de Barcelona aportó la que más, 878.591 euros), que no de las diputaciones valencianas, que también las hay.
Si yo publico una revista, no me subvencionará la Xunta de Galicia ni la Diputación de Cáceres, ¿verdad? Pues, lo mismo. A él, sí.
No seamos malos. También ha recibido subvenciones de la Generalidad de Valencia, que es la que en propiedad tendría que subvencionar las actividades de este vivales. Eso sí, la Generalidad de Valencia no se ha mostrado ni muy generosa ni muy interesada, porque sólo ha subvencionado 20.421 euros. Fíjate tú, ¡para que luego digan que los catalanes somos agarrados...! El Gobierno del Estado ha dado un poco más, 50.800 euros. Ya los quisiera yo.
Aún hay más. Las empresas de este matrimonio han facturado a las fundaciones que ellos mismos presiden más de tres millones de euros en este mismo período analizado. Todos los datos mencionados resultan del examen de los boletines oficiales. Es decir, todo con luz y taquígrafos, a plena luz del día, y nadie se lleva las manos a la cabeza. Al contrario, parecen todos muy satisfechos y si uno acusa a éste tipo de sinvergüenza le acusan a uno de mil maldades.
El chollo se ha descubierto mientras se acumulaban pruebas para juzgar el caso Pretoria, fuente de muchas sorpresas. Se ha descubierto que este personaje exigió a la ahora alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet la firma de cuatro convenios (de 10.000 euros cada uno) que don José Zaragoza, secretario de organización del PSC, le había prometido que firmaría, y el asunto ha quedado por escrito en alguna parte. En pocas palabras, mangoneo, chanchullo, nepotismo, amiguismo... corrupción. Tú me das la razón y yo te doy cuatro convenios, y tan amigos. Los instructores del caso sospechaban de un delito, pero no hay pruebas suficientes, por ahora. Eso sí, han descubierto que los hay con una cara más dura que el cemento.
El caballero del negocio se llama Eliseu Climent, y no es la primera vez que le llaman la atención por las subvenciones que cobra y por cómo las gasta. Hace dos años, se anunció que había cobrado diez millones por no sé qué... No sé cómo acabó el asunto. Pues, como éste, muchos otros. ¡Y por eso no hay dinero para la cultura! Porque la mitad del presupuesto va para el agujero negro de la CCRTV y la otra mitad, para los amigos del régimen que viven del cuento.
¿Por qué no se quejan de semejante desperdicio, señores artistas indignados? ¿Por qué no alzan la voz contra la corrupción que les consume? Si quieren protestar, protesten contra esta canalla de vividores y sinvergüenzas, que son los que se comen el dinero que podría promocionar el teatro, la danza, los talleres de pintura, la industria cinematográfica, la literatura... Ahora bien, sospecho que muchos de los artistas indignados envidian la suerte del tal Climent, incluso quisieran ser como él, y alguno puede incluso que sea como él. Más de uno habrá, pondría la mano en el fuego, y será muy bien considerado en público, encima. Manda güevos.
Reconozco que es una manera de decir las cosas maniquea y simplificada, porque eso que llamamos cultura incluye la preservación del patrimonio, los museos, la industria cultural, todas cosas muy loables... pero también incluye esa élite de vividores y voceros del régimen, que se alimentan de subvenciones y viven del cuento. Y ésos, precisamente ésos, ésos que ahora ponen el grito en el cielo, podrían haber levantado la voz cuando el Gobierno anunciaba menos inversiones en educación o en sanidad, podrían haber sido la voz de los que no podían gritar, pero no protestaron, no lo hicieron. Callaron. No seré yo quien ahora llore por ellos.
¿Quiénes son? Les pondré un ejemplo que ayer salió en prensa.
Uno de estos personajes que se quejará de fijo es valenciano y vive y trabaja en Valencia. Entre él y su mujer presiden o gestionan diecisiete sociedades y fundaciones y diecinueve inmuebles. ¡No está mal! Diez de estas sociedades han recibido, entre 2002 y 2009, 15.084.347 euros de subvención, céntimo más o menos, de la Generalidad de Cataluña, que no es la de Valencia; siete de estas fundaciones también han recibido 2.680.230 euros de las cuatro diputaciones catalanas (la de Barcelona aportó la que más, 878.591 euros), que no de las diputaciones valencianas, que también las hay.
Si yo publico una revista, no me subvencionará la Xunta de Galicia ni la Diputación de Cáceres, ¿verdad? Pues, lo mismo. A él, sí.
No seamos malos. También ha recibido subvenciones de la Generalidad de Valencia, que es la que en propiedad tendría que subvencionar las actividades de este vivales. Eso sí, la Generalidad de Valencia no se ha mostrado ni muy generosa ni muy interesada, porque sólo ha subvencionado 20.421 euros. Fíjate tú, ¡para que luego digan que los catalanes somos agarrados...! El Gobierno del Estado ha dado un poco más, 50.800 euros. Ya los quisiera yo.
Aún hay más. Las empresas de este matrimonio han facturado a las fundaciones que ellos mismos presiden más de tres millones de euros en este mismo período analizado. Todos los datos mencionados resultan del examen de los boletines oficiales. Es decir, todo con luz y taquígrafos, a plena luz del día, y nadie se lleva las manos a la cabeza. Al contrario, parecen todos muy satisfechos y si uno acusa a éste tipo de sinvergüenza le acusan a uno de mil maldades.
El chollo se ha descubierto mientras se acumulaban pruebas para juzgar el caso Pretoria, fuente de muchas sorpresas. Se ha descubierto que este personaje exigió a la ahora alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet la firma de cuatro convenios (de 10.000 euros cada uno) que don José Zaragoza, secretario de organización del PSC, le había prometido que firmaría, y el asunto ha quedado por escrito en alguna parte. En pocas palabras, mangoneo, chanchullo, nepotismo, amiguismo... corrupción. Tú me das la razón y yo te doy cuatro convenios, y tan amigos. Los instructores del caso sospechaban de un delito, pero no hay pruebas suficientes, por ahora. Eso sí, han descubierto que los hay con una cara más dura que el cemento.
El caballero del negocio se llama Eliseu Climent, y no es la primera vez que le llaman la atención por las subvenciones que cobra y por cómo las gasta. Hace dos años, se anunció que había cobrado diez millones por no sé qué... No sé cómo acabó el asunto. Pues, como éste, muchos otros. ¡Y por eso no hay dinero para la cultura! Porque la mitad del presupuesto va para el agujero negro de la CCRTV y la otra mitad, para los amigos del régimen que viven del cuento.
¿Por qué no se quejan de semejante desperdicio, señores artistas indignados? ¿Por qué no alzan la voz contra la corrupción que les consume? Si quieren protestar, protesten contra esta canalla de vividores y sinvergüenzas, que son los que se comen el dinero que podría promocionar el teatro, la danza, los talleres de pintura, la industria cinematográfica, la literatura... Ahora bien, sospecho que muchos de los artistas indignados envidian la suerte del tal Climent, incluso quisieran ser como él, y alguno puede incluso que sea como él. Más de uno habrá, pondría la mano en el fuego, y será muy bien considerado en público, encima. Manda güevos.
Un artículo interesante y bien explicado.
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