¿Saben quién es Homer Simpson? Un personaje de dibujos animados, que creo Matt Groening. Es un tipo cualquiera: glotón, gordo, vago, tontorrón, egoísta... Trabaja en una central nuclear, en una población llamada Springfield. Groening, que es un activista antinuclear, aprovecha los capítulos donde aparece la central nuclear para pitorrearse de la seguridad de estas instalaciones. Los peces que nadan alrededor de la central son mutantes, el material radioactivo se pierde aquí y allá... En fin, un desastre.
Estos días, en Fukushima, el tercer terremoto más fuerte de la historia, seguido de un maremoto con olas de diez metros, ha destruido parte de seis reactores nucleares de diseño anticuado. En algunos se ha controlado la situación en un momento, pero en un par de ellos se han producido fugas y roturas serias. En Europa resuena el nombre de Chernóbil y cunde el pánico. En Bélgica (¡en Bélgica!) se agotaron las pastillas de yodo en un par de días, porque la población tenía miedo de quedar contaminada. Etcétera. Aunque el suceso de Fukushima es grave, muy grave, está muy lejos del grado de peligrosidad de Chernóbil.
La cuestión de la que quería hablar es la siguiente: En algunos canales de televisión de Alemania, Austria y Suiza se han censurado (retirado es la palabra empleada) algunos capítulos en los que aparecía la central nuclear de Springfield. ORF (Austria) ha censurado ocho episodios; Pro7 (Alemania) y SF (Suiza) retirarán todos los episodios que hagan referencia a desastres nucleares.
¿Es una cuestión electoral (Alemania)? ¿Es pánico nuclear? ¿Es una muestra de respeto al pueblo japonés? ¿Es hipocresía, un quedar bien? ¿Es correcto censurar estos capítulos? Quizá se piense que el público no sabe discernir las andanzas del señor Simpson de la realidad, quién sabe.
El caso es que The Simpsons se estrenó en 1897, un año después de Chernóbil, y Matt Groening no quería sino denunciar los peligros de la energía nuclear. Ahora no le dejan.
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