Estos días hemos vivido otro suceso político que pertenece a la categoría del esperpento. El suceso tiene que ver con un teléfono y una rueda de prensa. Les explico.
Anda el independentismo catalán un tanto revuelto. El poder les ha sentado mal y perder el poder, peor. Las escisiones están a la orden del día y surgen en la escena política personajes pintorescos diciendo disparates. El más notable de todos ellos es un tipo llamado Laporta, estrafalario y caradura, que la lia allá por donde va. Su ideario ha oscilado entre no permitir que Francisco Franco dejara de ser Socio Honorario del Fútbol Club Barcelona (todavía lo es) y exigir inmediatamente la secesión de Cataluña de España. Es famosa su afición a desnudarse en los aeropuertos, a echarse por encima botellas de champagne de 200 euros que paga otro, a liarse con señoritas que fuman, a tratar negocios multimillonarios con tiranos de repúblicas que fueron soviéticas, etcétera. Todo un tipo.
Se presentó a las elecciones con una coalición que responde a las siglas de SI, que logró cuatro escaños. Fíjense ustedes que el señor Laporta acaba de abandonar la formación, por discrepancias con sus socios, a los que acusa de aprovecharse de su imagen para ganar votos (sic). ¿Cuánto tiempo ha durado la coalición en el Parlamento? ¿Tres meses? ¿Cuatro?
Ahora viene el esperpento. Cuando sus socios supieron que el señor Laporta les abandonaba, fueron a cenar para celebrarlo. Así, como les cuento, para celebrarlo. Luego improvisaron una rueda de prensa en un salón del restaurante, donde se apiñaron dos docenas de periodistas y una docena de políticos. La pregunta fue, evidentemente, por qué el señor Laporta había abandonado SI. No sé, pregúntenle a él, respondieron sus antiguos compañeros. Un periodista guasón preguntó entonces: ¿Y cómo vamos a preguntárselo, si no tenemos su teléfono?
Un momento, que ahora se lo doy, dijo el señor Bertrán, que ejercía de portavoz del SI, y dictó en voz alta el teléfono personal del señor Laporta a todos los periodistas presentes. Número a número. Ten, ya tienes su teléfono, concluyó. Lamentablemente, no se ha publicado el número, pero los periodistas presentes todavía conservan la cara de pasmo y asombro. ¿Adónde iremos a parar? ¿Es esto serio?
Anda el independentismo catalán un tanto revuelto. El poder les ha sentado mal y perder el poder, peor. Las escisiones están a la orden del día y surgen en la escena política personajes pintorescos diciendo disparates. El más notable de todos ellos es un tipo llamado Laporta, estrafalario y caradura, que la lia allá por donde va. Su ideario ha oscilado entre no permitir que Francisco Franco dejara de ser Socio Honorario del Fútbol Club Barcelona (todavía lo es) y exigir inmediatamente la secesión de Cataluña de España. Es famosa su afición a desnudarse en los aeropuertos, a echarse por encima botellas de champagne de 200 euros que paga otro, a liarse con señoritas que fuman, a tratar negocios multimillonarios con tiranos de repúblicas que fueron soviéticas, etcétera. Todo un tipo.
Se presentó a las elecciones con una coalición que responde a las siglas de SI, que logró cuatro escaños. Fíjense ustedes que el señor Laporta acaba de abandonar la formación, por discrepancias con sus socios, a los que acusa de aprovecharse de su imagen para ganar votos (sic). ¿Cuánto tiempo ha durado la coalición en el Parlamento? ¿Tres meses? ¿Cuatro?
Ahora viene el esperpento. Cuando sus socios supieron que el señor Laporta les abandonaba, fueron a cenar para celebrarlo. Así, como les cuento, para celebrarlo. Luego improvisaron una rueda de prensa en un salón del restaurante, donde se apiñaron dos docenas de periodistas y una docena de políticos. La pregunta fue, evidentemente, por qué el señor Laporta había abandonado SI. No sé, pregúntenle a él, respondieron sus antiguos compañeros. Un periodista guasón preguntó entonces: ¿Y cómo vamos a preguntárselo, si no tenemos su teléfono?
Un momento, que ahora se lo doy, dijo el señor Bertrán, que ejercía de portavoz del SI, y dictó en voz alta el teléfono personal del señor Laporta a todos los periodistas presentes. Número a número. Ten, ya tienes su teléfono, concluyó. Lamentablemente, no se ha publicado el número, pero los periodistas presentes todavía conservan la cara de pasmo y asombro. ¿Adónde iremos a parar? ¿Es esto serio?
¿Es Laporta serio?, ¿es SI un partido serio?, ¿es el independentismo una opción seria?
ResponderEliminarLa política catalana es un circo y éstos son sus payasos, mi querido amigo.
Querido Carlos,
ResponderEliminarEl problema de la política catalana no son los payasos, abundantísimos en cualquier signo político, sino los prestidigitadores, que hacen desaparecer una comisión de todo lo que tocan.