El niño perdido (The Lost Boy), traducida por Juan Sebastián Cárdenas y publicada por Periférica, es una obra de Thomas Wolfe; según algunos (Kerouac, por ejemplo), su mejor obra. ¿Quién es Thomas Wolfe? En Estados Unidos, un autor de culto; en España, lo conoce su abuela. Lástima, porque Wolfe es muy bueno y hace todos los honores a la tradición de la mejor narrativa norteamericana, esa literatura desconocida que merece la pena conocer. Wolfe murió a los 38 años, vencido por una maldita tuberculosis.
El niño perdido es una obra breve, un estilo muy del gusto de Wolfe y de los escritores de su época, que publicaban relatos a tanto la pieza en toda clase de revistas, algunas muy populares. El estilo de los grandes novelistas norteamericanos debe mucho a este medio de subsistencia, y dota a sus relatos de estructuras sólidas y las palabras justas.
La narración es simple, bella, triste (no diré por qué). Cuatro narradores recuerdan, cada uno a su manera, al niño perdido. Es un relato lleno de añoranzas y poesía, que no le dejará indiferente y que, formalmente, es un prodigio.
Si tienen buen gusto literario, no protestarán si les recomiendo El niño perdido.
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