Como todos saben, el 11 de septiembre de 2011 es una fecha con un significado muy especial. No, no me refiero a la celebración del Día del Maestro en parte de Sudamérica, ni al aniversario de la célebre batalla de Malplaquet en la Guerra de Sucesión a la Corona Española, que acabó en 1714. No, no, tampoco apunto al aniversario del nacimiento de Adorno, ni al recuerdo de la triste decapitación de Beatrice Cenci en 1599, fuente de inspiración de Caravaggio, Dumas y Stendahl.
Hablo de cosas mucho más importantes.
Me refiero al Gran Premio de Italia, que se corrió este domingo, 11 de septiembre de 2011, en el Autodromo Nazionale di Monza, que tiene, hoy en día, 5.731 m de longitud, pero que tuvo, cuando lo inauguraron en 1922, más de 33 km de perímetro y esas celebérrimas curvas peraltadas, el puente y el tramo que pasaba por debajo, que hicieron de ese cinturón de cemento y asfalto la catedral de los autos de carreras.
Ah, para los ferraristas. Don Enzo, il Commendatore, sólo asistía en persona a los entrenamientos de una carrera: Monza.
Monza es, en efecto, la catedral... y el cementerio. Desde 1922, diecinueve accidentes mortales en Monza han pasado a los registros históricos de las carreras de automóviles o motocicletas. El último, en 2000, cuando un comisario de la carrera fue golpeado por la chatarra de un bólido que acababa de tener un accidente. Las víctimas de Monza suman 52 pilotos y 35 espectadores; de éstas, cinco pilotos y catorce espectadores murieron pilotando un Ferrari o viendo cómo se les echaba encima; entre ellas, el legendario Ascari.
Pero no hablemos de cosas tan tristes, porque la carrera de ayer pasará a las efemérides de la Fórmula 1 por muchas razones. Ganó Vettel, como de costumbre, porque su Red Bull no corre, vuela. Y ganando se ha convertido en el segundo piloto que más carreras ha ganado en una sola temporada, detrás de Schumacher.
Más estadísticas. Fernando Alonso quedó tercero, y así se ha convertido en el segundo piloto en sumar más de mil puntos en su carrera deportiva (detrás de Schumacher) y Ferrari ha conseguido el 650.º podio de su historia en la Fórmula 1, lo que no está nada mal, señores.
Más. Ha sido la primera carrera de la historia de la Fórmula 1 en la que los cinco primeros clasificados han sido campeones del mundo. También, la primera en que se han utilizado unas llantas que incorporan el tornillo para sujetarlas, evitando así que éste caiga de la pistola que atornilla y destornilla las ruedas.
¡Caramba! ¿Les parece poco?
La carrera tuvo momentos emocionantes. El Ferrari de Alonso voló en la salida, aunque luego le dieron caza. Schumacher resucitó y mostró los dientes a un desesperado Hamilton, que no podía adelantarle. Button hizo un carrerón. De Vettel no digo nada: el coche volaba y él pilotaba de maravilla. El Ferrari de Massa acabó sexto. Etcétera.
Ah, sí, se me olvidaba. El 11 de septiembre también se celebró en el parque de la Ciudadela, en Barcelona, el último día de La Setmana del Llibre, la Semana del Libro (en catalán). Qué memoria la mía, que se me olvida todo.
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