En épocas de crisis aparecen los zombies, las hormigas mutantes, los premios de lotería multimillonarios, las conjuras de sociedades secretas para hacerse con el control del mundo con ayuda del diablo y el concurso de el alcalde de Torrevieja, Alicante, las películas de catástrofes, los agoreros y una sabrosa colección de desgracias. Entre éstas, la que se nos echa encima.
Se trata de un satélite artificial, el UARS, que viene de Upper Atmospheric Research Satellite, es decir, satélite de investigación de las capas altas de la atmósfera. El cacharro pesa 5.900 kg, según la NASA. Costó 750 millones de dólares, lo que sale a 127.000 dólares el kg, más gastos de envío.
El satélite entró en órbita el 12 de septiembre de 1991, cuando abandonó la bodega de la Discovery. Tiene, pues, unos añitos. Y es ahora, veinte años después, cuando la aportación a la ciencia de esta cafetera volante llega a su fin... y se llevará a alguno de nosotros por delante, ya verán.
El pasado 7 de septiembre, la NASA anunció que el UARS caería de modo incontrolado sobre la Tierra. ¿Riesgo? Prácticamente cero, aseguraron los ingenieros. Pues, si no hay riesgo, no hay noticia. Mecachis en la mar, se quejó el asesor de prensa de la NASA.
La NASA aprendió la lección. Con el presupuesto bajo mínimos, la NASA necesita publicidad, tanto da que sea buena o mala, pues necesita recordar que está ahí, dispuesta a lo que sea.
Señores, decía la nota que pasaron a la prensa el día 15, el satélite no sólo está fuera de control, sino que es más que posible que parte del satélite impacte contra la superfície de la Tierra, dada su gran masa. Se calcula que será el 23 de septiembre, y seguiremos informando desde el centro de mando de la Defensa Aérea de los Estados Unidos, para dar la alarma en caso de necesidad y permitir que la población pueda tener tiempo para refugiarse en alguna parte y rezar un padrenuestro o lo que tengan costumbre.
Naturalmente, los ingenieros de la NASA estimaron que las probabilidades de que a alguno de nosotros le cayera encima el UARS eran mínimas, minúsculas, infinitesimales, muy remotas, en lenguaje técnico, y así lo expresaron en la nota de prensa. Pero eso del impacto, el seguimiento por parte de los militares, la voz de alarma y la seguridad de la población fueron como las especias que animaron una noticia que hasta el momento no tenía sustancia. Hoy, todo el mundo habla del UARS y se pregunta a dónde irá a parar.
En la NASA, ya hacen predicciones, con el método del pito pito gorgorito.
¡La que se nos echa encima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario