Se dice que el regreso a la normalidad después de las vacaciones provoca un síndrome que aúna depresión, ansiedad, una terrible sensación de desamparo y morriña. No estoy de acuerdo. Lo que provoca todos estos síntomas es sufrir de nuevo los embates de la oficina, el fútbol y la política, sin los que vivíamos tan bien y tan contentos una deliciosa normalidad.
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