¿Qué se trae entre manos?


El kit del pito falso se vende por internet, junto con las drogas prohibidas.

Cuenta un periodista que Devis Licciardi, un corredor de fondo de 27 años, hacía tiempo que había levantado sospechas entre los jueces italianos. Éste hace trampas, decían, pero no podían pillarlo. Ninguno se había fijado en el tamaño de su paquete, inusualmente grande.

Al final, lo pillaron de casualidad. El método Licciardi era llevar consigo el pis de otro, un pis limpio de drogas. A la que se le echaba encima un control, el médico decía: Haga el favor de orinar en este vaso. Licciardi sacaba la chorra y se ponía a ello, pero no caía ni una gota. Doctor, si mira no voy a poder, decía. El médico, entonces, miraba hacia otro lado o salía de la habitación. 

Licciardi aprovechaba la ocasión para guardar su minga y sacar un pito de plástico que llevaba en los calzoncillos, que daba el pego. A través de la prótesis vaciaba la bolsa de pis en el vaso y así completaba la micción. ¿Ya está? Ya está, doctor, aquí tiene.

Analizaban el pis y no salía nada, aunque Licciardi se chutaba con todo y más. Así hasta que en el último control, en un campeonato nacional, en Molfetta, saca Licciardi el badajo y suelta eso de: Doctor, si mira no voy a poder. Pero el doctor no se arrugó, esta vez. Licciardi, orine usted y no me venga con gilipolleces, que soy médico, respondió. Que me da vergüenza, insistió el tramposo. Venga ese pis, Licciardi.

Como el médico seguía en sus trece, Licciardi hurgó en sus calzoncillos y sacó el miembro falso, del que comenzó a ordeñar pis a prueba de drogas. No sabemos qué pasó. Quizá se le escapó el pito de mentira de entre los dedos, quizá lo manipuló de forma extraña, quizá fuera de un tamaño poco usual, o tuviera una forma imprevista. ¿Acaso fue el color? ¿La manera de hacer pis? La cuestión es que llamó la atención del médico y éste preguntó: Licciardi, ¿qué se trae entre manos?

La Federación Italiana de Atletismo le va a meter un paquete a Licciardi que lo va a dejar tieso, dicen los periódicos. Suele suceder, cuando lo pillan a uno con la tranca de mentira.

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