¿Dónde se han metido?



Este verano hemos padecido una sequía de platillos volantes. Ni uno, que yo sepa, ha sido digno de ser mencionado en los principales periódicos del país. Posiblemente, dice un amigo mío, porque ya alucinamos bastante con otras cosas, pero no sé yo. 

Los hemos echado en falta. Porque el verano, estación de sequía noticiera, es pasto de fenómenos paranormales. ¿Este año? ¡Quiá! Lo más es que se ha avistado un tiburón aquí o allá, que no era más que una tabla de surf puesta del revés, pero ¿marcianos? Ni uno. Ni medio. Lamentable. ¿Avistamientos? Cero. ¿Abducciones? Menos.

Eso sí, se publicaron informes sobre el Área 51, en Roswell, Nuevo Méjico, EE.UU., que justo habían dejado de ser secretos. En resumen, nada de marcianos. Pruebas de globos aerostáticos, del avión espía U2, Guerra Fría pura y dura, nada del otro jueves que no supiéramos de antes. Los periódicos anunciaron la desclasificación de documentos y luego no se volvió a saber del caso.


Sólo de madrugada, en canales de TDT de bajísima audiencia, tenemos videntes y astrólogos que dicen: Te veo mal, a tantos céntimos el minuto. Si fuera todo bien, mamarracho, ¿te llamaría? En todo caso, son folclóricos, ridículos. Nada que ver con la enjundia de un fenómeno paranormal de primera especial, como los de antes.

Aunque quizá me equivoque y vivimos tiempos de alucinaciones colectivas, viendo lo que se ve. Como dice uno de los protagonistas de Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, será el flúor que le han echado al agua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario