El peaje de la Vía Catalana


La Vía Catalana no es una carretera, sino un acto lúdico-reivindicativo que cortará cinco horas seguidas, de la una a las siete de la tarde, algunas de las principales carreteras de la costa catalana en un día festivo de finales del verano. Es decir, o te diviertes con nosotros o te olvidas de divertirte en la playa con la familia.

Asombra que, a) dejen hacer tal cosa y b) que Abertis, concesionaria de las autopistas catalanas, tenga que asumir el coste de perdonar los peajes tantas horas seguidas. 

Les aseguro que, si ese acto fuera para protestar contra los recortes en materia de sanidad o educación, no se toleraría que cortase carreteras y Abertis cobraría los peajes de la primera a la última peseta. Pondría la mano en el fuego.

Según la prensa, las negociaciones entre el Gobierno de los Mejores y Abertis duraron lo que dos reuniones, que sumadas no llegaron a una hora, contando besos, abrazos y qué tal por Cadaqués, qué tal tu señora y qué es de tu vida. Abertis ha decidido no liarla y no pedirle a los organizadores una compensación porque a) tiene miedo (de provocar incidentes, de cosechar una mala imagen, de ganarse la enemistad del gobierno) y b) ya se cobrará los peajes con disimulo cualquier otro día, que alguna prórroga caerá, como tantas han caído ya. 

Sirva el favor como descuento de comisiones, que diría un amigo mío.


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