El papa Francisco y el uso de los conventos



Cuando uno habla de la Iglesia, tiene que calzar pies de plomo. De meapiles y comecuras a carca y fanático, el total de adjetivos que menda puede llevarse a casa no es pequeño. Si dejamos a un lado la Iglesia en su sentido religioso, queda una Iglesia que es una compleja estructura burocrática, llena de intríngulis e intereses políticos y pecuniarios, lo que complica cualquier comentario dirigido a ésta. En Italia, el 30% de las propiedades inmobiliarias está en manos de la Iglesia, por ejemplo, y no diré más.

Por eso, cuando sale uno y dice que cambiará la Iglesia, asoma el escepticismo. Será si se deja, decimos, con sorna. Pues ahora tenemos a uno que quiere cambiarla, y no es uno cualquiera, sino un argentino metido a papa, Francisco.

Hay que decir que los aires de cambio de Francisco son relativos. Quien espera que las mujeres accedan al sacerdocio, por ejemplo, que se vuelva para casa. En esas cosas, el papa es conservador y no le van a sacar de ahí. En lo demás, parece que Francisco se enfrenta a esa Iglesia que he dicho. Le supongo sinceridad, incluso voluntad, pero sería muy arriesgado suponerle éxito. Pero intentarlo, lo intenta, creo yo, y se agradece.

La última de Francisco ha provocado un gran revuelo en Italia, aunque en España ha pasado desapercibida. La dejó ir en una visita a la Chiesa del Gesù, la iglesia de los jesuitas en Roma, la principal de la Orden. Si no la conocen, por cierto, vayan a verla. Es una joya del barroco diseñada y construída por Vignola y della Porta. En ella se conserva el brazo derecho de San Ignacio de Loyola (el resto lo enterraron en Goa, allá, lejos) y tiene fama de ser la primera iglesia barroca de la historia de la arquitectura. 

Como iba diciendo, el primer papa jesuita de la historia pasó por la Chiesa del Gesù, le faltó tiempo. Allá recibió a varios refugiados (inmigrantes) que viven con la ayuda de los jesuitas. Les dijo: Muchos de ustedes son musulmanes, de otras religiones; han venido de diferentes países, de situaciones diversas. ¡No debemos tener miedo de las diferencias! La fraternidad nos hace descubrir que son un tesoro. ¡Son un regalo para todos! ¡Vivamos la fraternidad! Animó a los romanos para Roma se convirtiera en una ciudad donde estas personas pudieran (cito) empezar a sonreír.

Entonces, la bomba. Queridos religiosos y religiosas, dijo, los conventos vacíos no le sirven a la Iglesia para transformarlos en albergues y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados. El Señor nos llama a vivir con generosidad y valentía la acogida en los conventos vacíos.

¡Chúpate ésa! En la sección inmobiliaria de la Iglesia, que gana mucho dinero con la hostelería, todavía escuecen estas palabras y cunde el pánico. Pero el público aplaudió a rabiar.

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