Ocurra lo que ocurra, si algún día nuestros nietos o biznietos estudian nuestro proceso de independencia y por culpa del azar, por algún milagro inexplicable, saben de gramática y de expresión oral y escrita, se avergonzarán profundamente de sus abuelos.
No deja de producirme estupefacción que los documentos que hoy proclaman y reclaman el derecho a la secesión sean textos tan mediocres. Me refiero a los documentos oficiales: discursos y declaraciones del Parlamento de Cataluña, cartas reclamando tal o cual cosa y ahora manifiestos de pactos nacionales inician su singladura por los libros de historia con una redacción manifiestamente mejorable. Nuestros líderes patrios no saben escribir.
Hoy no diré nada del fondo de la cuestión, pero su forma es un síntoma de los tiempos que nos ha tocado sufrir.
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