Me pregunto si La educación siberiana pertenece al género del ensayo antropológico más que al género narrativo. Nikolái Lilin, su autor, es, era, no sé exactamente, un urca. Desconozco cómo serían los urcas hace doscientos años, pero en el siglo XX la etnia urca era (es) una etnia criminal. He dicho criminal, sí, con todas las letras, porque parece ser que la principal actividad económica y social de los urcas es el robo con violencia, el contrabando o el tráfico de mercancías robadas. Esta comunidad vive al margen de la ley y se rige por un código de honor estricto y brutal. La violencia es moneda corriente y la muerte, un castigo apropiado por causas que nos desconciertan, horrorizan... y fascinan.
Según cuenta el mismo Lilin, la vieja comunidad urca ha sido devorada por el criminal capitalista, que se mueve por dinero y que no sigue código ético alguno aparte del beneficio. La cultura urca, en cambio, antepone la comunidad a todo lo demás, y menosprecia la exhibición de riqueza. El urca es muy diferente a otras comunidades criminales al uso y quizá por esa razón nos atrae tanto, pese a su brutalidad.
Los urcas viven (o vivían) exiliados en Transnistria, una provincia que se ha declarado independiente, aunque nadie reconozca esa independencia. Una deportación masiva en tiempos de Stalin diezmó a la población urca y los agrupó en este rincón dejado de la mano de Dios, uno de los lugares más corruptos del planeta, donde parece que sucumben frente al dólar. Lilin vive en el exilio, en Italia, donde vio la luz por primera Educazione Siberiana y montó mucho revuelo. En 2009, la publicó Salamandra, traducida por Juan Manuel Salmerón.
La primera parte de La educación siberiana nos atrapa en una red de novedades, pues descubrimos una forma muy peculiar de entender el mundo y las relaciones humanas que, ya lo he dicho antes, nos horroriza y nos fascina a partes iguales. Hacia el final, hay que esforzarse para seguir leyendo, cuando muchos secretos han sido desvelados y se pretende una narración que no nos interesa demasiado, como tampoco nos interesa que nadie nos convenza de lo buenos que son los urcas y lo malos que son los demás delincuentes. Pero, pese a todo, es un libro recomendable, que no nos dejará indiferentes y que nos moverá a reflexionar.
Según cuenta el mismo Lilin, la vieja comunidad urca ha sido devorada por el criminal capitalista, que se mueve por dinero y que no sigue código ético alguno aparte del beneficio. La cultura urca, en cambio, antepone la comunidad a todo lo demás, y menosprecia la exhibición de riqueza. El urca es muy diferente a otras comunidades criminales al uso y quizá por esa razón nos atrae tanto, pese a su brutalidad.
Los urcas viven (o vivían) exiliados en Transnistria, una provincia que se ha declarado independiente, aunque nadie reconozca esa independencia. Una deportación masiva en tiempos de Stalin diezmó a la población urca y los agrupó en este rincón dejado de la mano de Dios, uno de los lugares más corruptos del planeta, donde parece que sucumben frente al dólar. Lilin vive en el exilio, en Italia, donde vio la luz por primera Educazione Siberiana y montó mucho revuelo. En 2009, la publicó Salamandra, traducida por Juan Manuel Salmerón.
La primera parte de La educación siberiana nos atrapa en una red de novedades, pues descubrimos una forma muy peculiar de entender el mundo y las relaciones humanas que, ya lo he dicho antes, nos horroriza y nos fascina a partes iguales. Hacia el final, hay que esforzarse para seguir leyendo, cuando muchos secretos han sido desvelados y se pretende una narración que no nos interesa demasiado, como tampoco nos interesa que nadie nos convenza de lo buenos que son los urcas y lo malos que son los demás delincuentes. Pero, pese a todo, es un libro recomendable, que no nos dejará indiferentes y que nos moverá a reflexionar.
Yo estuve en Transnistria hace pocos años y te puedo asegurar que los urca no eran los únicos criminales y mafiosos que allí habitaban. Aunque hace apenas unas semanas, en Chisinau me comentaron que la cosas ya no son como eran en Tiraspol. Tendré que volver por allí. Ya te informaré.
ResponderEliminarTe recomiendo, pues, encarecidamente, que leas "La educación siberiana".
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