Las barbas del vecino


El caos provocado por los controladores aéreos el pasado fin de semana fue de aúpa y les salió mal, porque ahora tienen a todo el mundo en contra y con sed de sangre. La venganza servida en caliente ciega y sirve al despropósito. La venganza, señores míos, tiene que tomarse fría, pide su tiempo.

En medio de tanto ruido y alarma, aprovechando la confusión, el Gobierno de España hace de las suyas. Adelanta la reforma del sistema de pensiones, por ejemplo, y nadie se ha dado por aludido. Pero volviendo a los aeropuertos, AENA está a punto de privatizar la gestión (control) del tráfico aéreo en quince aeropuertos, de los cuarenta y siete que gestiona, y tiene prisa por hacerlo. Se privatizaría el control del espacio aéreo de los aeropuertos de Sevilla, Valencia, Ibiza, La Palma, Lanzarote, Fuerteventura, Jerez, Vigo, A Coruña, Melilla, Sabadell, Cuatro Vientos y Alicante, y lo que caiga, ya puestos.

Se hará, si se puede, con el estado de alarma vigente, y ¿quién se atreverá a decir que no? ¿Quién reclamará que el control aéreo siga en manos del Estado? Con la que está cayendo, nadie. Me da en las narices que el follón del puente de la Purísima Constitución ha sido la excusa perfecta para iniciar la privatización de este servicio público.

Porque, como mandan los cánones de la izquierda contemporánea, el Estado se manifiesta incapaz de gestionar los servicios públicos y cede su explotación a las empresas privadas. El interés público de muchos cede ante los beneficios de unos pocos y así se cumple la máxima de la justicia social. ¿Adónde vas? ¡Anda allá! ¡Qué exagerado!, dirán. Bien, sí, pero exagero con intenciones demagógicas, por llamar la atención. A ver si ellos pueden hacerlo y yo, no.

Si la gestión del tráfico aéreo es tan estratégica que requiere de la intervención militar y un estado de alarma, ¿es sensato privatizarla? ¿Es sensato dejar en manos de intereses particulares algo que afecta a todos los españoles? ¿No estamos ocultando tras esta decisión el reconocimiento de una mala gestión de los directivos de AENA? El pastón que cobran esos personajes por hacer las cosas tan mal que luego tienen que venderse los servicios públicos al mejor postor, vaya por dónde. También lo quisiera yo, ya puestos.

Podemos poner más ejemplos: Si la Seguridad Social es un mecanismo que garantiza la atención sanitaria universal y un sistema de ayudas y pensiones de interés social, ¿por qué no la privatizamos? Ya puestos, ¿por qué no privatizamos la justicia, la educación... el ejército? ¿Por qué no?

No se rían: las comisarías de los Mossos d’Esquadra (la policía autonómica catalana) están protegidas ¡por empresas de seguridad privadas! Será porque los mossos son incapaces de gestionar la seguridad de sus propias instalaciones, supongo. Pues ¡vaya cuerpo de policía de chicha y nabo! ¡Como para ponerse en sus manos! ¿No me creen? Vaya usted a poner una denuncia a los mossos y le recibirá un tipo de Prosegur preguntándole qué mosca le ha picado, qué desea y tal, y rapidito, que no está el horno para bollos. Un tipo mal pagado y maltratado por la empresa, que no tiene, ni en broma, la preparación de un mosso, suelto por ahí con una pistola haciendo las veces de policía... ¿No es un sinsentido? Pues es hacia ahí hacia donde vamos.

Lo de los guardias de seguridad en las comisarias de los mossos es cosa de un conseller ecosocialista, de la izquierda más progre y guay del Paraguay. Pues ¡qué bien! Si las izquierdas hacen esto, ¿qué no harán las derechas? Agárrense, que vienen curvas.

Y ojo al dato: los primeros han sido los controladores aéreos; ahora les toca a los funcionarios. Quedan avisados.

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