Cuidado con ponerse enfermo (instrucciones de uso)

Hablando de medicina, ya sabemos cuál es la receta de don Baudilio. Consiste en tumbar el sistema de sanidad pública de Cataluña en una mesa de recortes, echar mano de las tijeras y extirpar pública. Así, queda sistema de sanidad, pero no pública, y la patronal de la sanidad privada se frota las manos con los amiguitos del bisnes, tal como definió el señor Mas su programa de gobierno.

El paciente venía anémico y sólo nos faltaba una pérdida de fondos. La Generalidad de Cataluña invierte en usted unos 1.300 euros al año en sanidad pública, 1.300 euros por catalán y año. La media española es superior a los 1.600 euros por habitante, que es todavía baja si se compara con la europea. Digan lo que digan, esos trescientos euros de diferencia no tienen que ver nada con Madrid, sino con el reparto del capital en los Presupuestos de la Generalidad de Cataluña, con lo que se decide en Barcelona. Nuestros líderes patrios prefieren invertir en otras cosas... ¿tan necesarias como la sanidad pública?

Don Baudilio quiere dejar al paciente con una media de 1.150 euros por catalán y año. Casi lo ha conseguido, ahora mismo.

Además, ha iniciado una segunda fase del tratamiento: privatizar.

El Institut Català de la Salut se descuartiza y se vende a cachos. Comenzamos por los centros de asistencia primaria (CAP) y por los grandes hospitales de provincias. El modelo se ha probado en Madrid, con resultados sorprendentes. Si lo que pretenden es ahorrar, van por mal camino. Se ha demostrado que los hospitales públicos de gestión privada gastan mucho más por cama y paciente que los hospitales públicos puros; además, ofrecen menos servicios, realizan menos transplantes, menos operaciones de envergadura, etc. Es lógico que sea así, porque ¡de alguna parte tenían que salir los beneficios de la empresa concesionaria!

Dicho esto, vayamos a lo práctico. Es posible que su centro de asistencia primaria (CAP) sea de gestión privada, y lo sea desde hace tiempo. Le convendría prestar atención a lo siguiente:

No se ponga enfermo. Es un consejo útil en cualquier circunstancia. Piense que el objetivo de un CAP público es procurar que usted sane, mientras el objetivo de un CAP privado es el beneficio. Procurar que usted sane, también, pero no se fíe, porque un enfermo no hace más que generar gastos. Muera o sane, el resultado será el mismo, pero una opción cuesta menos que otra. El juramento hipocrático se enfrenta al ratio beneficio/paciente, y no siempre ganan los buenos.

No se ponga enfermo a final de mes, y menos a final de año. El CAP ingresa un tanto anual, según las personas que tiene a su cargo. Si los gastos que genera el CAP no llegan a este tanto anual, la diferencia es un beneficio que se reparten la empresa y los trabajadores, éstos en forma de incentivo. Si el CAP gasta más que ese tanto, baja su cuenta de resultados. Por lo tanto, a final de año se produce una batalla cruel y dolorosa para no generar gasto sanitario. Intentarán que usted no necesite pruebas diagnósticas, procurarán que su tratamiento sea mínimo, dejarán su cura para el año que viene, si no hay más remedio. Gastarán lo menos posible en su salud. Si no tiene más remedio que enfermar, enferme a principios de año.

Fíjese en el automóvil de su médico, en su reloj o en otros detalles similares. Sepa usted que un cirujano de primera en un gran hospital catalán cobra alrededor de dos mil euros al mes. Si es jefe de servicio o realiza guardias a destajo, se lleva más dinero, pero no crea usted que se lleva un sueldazo a casa. Al revés, es el cirujano peor pagado de España. Por eso, si ve que su médico de cabecera conduce un todo-terreno enorme, lleva un reloj de pulsera que echa para atrás o viste marcas de lujo, huya. Porque será el que más pacientes visite del CAP y el que menos gastos genera por paciente, lo que supone incentivos por un lado y por el otro. Por el contrario, el médico que le dedique toda la atención del mundo y realice todas las pruebas diagnósticas posibles para asegurar su buen estado de salud será un lastre en el negocio y no gozará ni del sueldazo ni del prestigio de su compañero.

Cuidado con los medicamentos. Algunos médicos o la empresa podrían cobrar comisiones de empresas farmacéuticas, destinadas a que usted compre un medicamento (un potingue) que no contemple el sistema de Seguridad Social. ¡Mucho cuidado con los médicos que recetan homeopatía! O son médicos malísimos, que no se enteran de qué es la medicina, o son médicos desalmados que sólo buscan su parte del pastel y ganar un poco más de pasta.

Cuidado con las actividades complementarias del CAP. Si su CAP es público, bastante problemas tendrán para atenderle a usted, sobrecargados de trabajo, escasos de fondos y medios materiales. Si el CAP es privado, será todo más bonito, pero recuerde que no necesariamente mejor. Es posible que el CAP le ofrezca servicios complementarios, algunos de pago. En algún caso, puede ser un podólogo, por ejemplo, o un dentista, lo que no está mal. Pero se dan casos de CAPs que ofrecen conferencias sobre (falsas) medicinas alternativas: homeopatía, reiki, imposición de manos, flores de Bach, etc. Una de dos, o los médicos del centro llevan una doble vida con consultorio propio y privado ideado para tomarle a usted el pelo con brujerías o han descubierto que las paraciencias son un negocio y querrán convencerle para poder estafarle a discreción en un futuro próximo. Rodearse de batas blancas da una pátina de respetabilidad a unas prácticas éticamente repulsivas y científicamente absurdas, pero económicamente rentables.

Recibirá menos atención. Haga cuentas usted mismo. Si la sanidad pública catalana gasta mil y pico euros por catalán y año, la sanidad privada que realice un servicio público no gastará más, sino menos, porque buscará el beneficio. Si no, es que son idiotas, porque uno monta un negocio para ganar dinero, no para perderlo. En catalán dicen que son fabes comptades. Si gasta menos... ¿garantizará igualmente su salud?

No pague una mutua privada. En primer lugar, porque no tendrá dinero para pagarla. Entre la crisis y el paro, pocos catalanes tendrán dinero para pagársela, diga lo que diga don Baudilio. En segundo lugar, porque, si todo va bien, no tendrá ningún problema, pero si las cosas se ponen chungas, acabará en un hospital público... o muerto. En tercer lugar, si sobrevive, pero pilla una enfermedad crónica, o tan pronto se aproxime la edad de jubilación, le subirán la cuota escandalosamente y le darán de baja de la mutua a la primera oportunidad y entonces se arrepentirá de haber tirado tanto dinero durante tanto tiempo y acabará en la pública lo mismo.

Luego no me digan que no les he avisado.

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