El actor William Holden dejó, a su muerte, una colección de automóviles. Como suele ocurrir, la colección acabó en una casa de subastas. Uno de los compradores se hizo con un Ferrari de competición de 1950 y decidió restaurarlo a fondo. Cuál no sería la sorpresa de todos cuando, al pulir la carrocería para desprender la pintura, apareció la marca de Cinzano.
Se supo, después de mucho investigar, que el aluminio de la carrocería procedía de una valla publicitaria de la carretera entre Módena y Maranello, cerca de la empresa de Sergio Scaglietti, el carrocero de los automóviles de carreras de Ferrari. Eran tiempos de restricciones, y los carroceros de Scaglietti salían de caza por las noches, buscando planchas de aluminio que llevarse a la fábrica, y las vallas publicitarias... En fin, que se hacía lo que se podía.
Con el follón de las elecciones y la indiferencia de los periódicos, no me he enterado hasta hace muy poco de la muerte de Sergio Scaglietti el pasado 20 de noviembre. Comenzó a trabajar para la Scuderia Ferrari en los años treinta, cuando Ferrari era el patrón de la scuderia de Alfa Romeo. Carrozzeria Scaglietti reparaba los guardabarros y los capós de los autos de carreras, hasta que un día Scaglietti tomó una plancha de aluminio y se puso a batirla a golpes de martillo. Fabricó una carrocería futurista, bellísima, que se ganó la inmediata admiración de Ferrari. A partir de ese día, todos los bólidos de Ferrari pasaron por Carrozzeria Scaglietti.
Cuando Ferrari creó su propia marca de automóviles, Scaglietti trabajó para él. Suya es la carrocería superleggera, superligera, hecha de una fina plancha de aluminio sobre una estructura (que también hacía de chásis) tubular. Así carrozados y con el motor de doce cilindros marca de la casa, Ferrari fue imbatible en gran parte de las competiciones deportivas de los años cincuenta.
Scaglietti diseñó algunos de los automóviles de carreras más bellos de la historia, como el 250 TR (Testa Rossa) o el 250 GTO (gran turismo omologato). También carrozó Ferraris siguiendo los diseños de Pinin Farina (luego Pininfarina). En los años setenta, Carrozeria Scaglietti, afincada muy cerca de la fábrica de Ferrari, pasó a depender de ésta.
Scaglietti y Ferrari, Sergio y Enzo, fueron grandes amigos y formaron un equipo magnífico. Ferrari admiraba la forma de trabajar de Scaglietti, que comenzaba a darle golpes con el martillo a una plancha de aluminio sin pasar por el tablero de dibujo, en el mismo taller, como un operario más, y lo rápido que era capaz de comprender lo que quería el Commendatore. Scaglietti, por su parte, hizo lo que quiso con los Ferrari que cayeron en sus manos, gozó de plena libertad y confianza de Enzo... y nunca le defraudó.
No sólo ha muerto un mecánico, sino también un escultor. Un artista.
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