Quien dude de la eficacia de los murciélagos incendiarios y del proyecto del doctor Adams tendrá que leer lo que sigue.
En junio de 1943, en la base aérea auxiliar de Carlsbad, donde comenzó esta historia y donde ahora se trabaja a toda máquina en el proyecto de los murciélagos incendiarios, se produce un accidente. Una bat-bomb se activa y una nube de murciélagos se extiende sobre la base. Poco después, Carlsbad arde toda ella. A los murciélagos no se les ocurre nada más que cobijarse debajo de grandes tanques de combustible, con la bomba a cuestas. Así que... ¡PUM!
Un hangar, los barracones de la tropa, la cabina de radio y varios edificios más arden hasta los cimientos. El campo de pruebas queda arrasado.
Así, pues, la idea del doctor Adams es una buena idea, el ataque con murciélagos funciona, aunque ha costado un disgusto al Ejército. El contratiempo, quizá el éxito, según se mire, obliga al Ejército a abandonar el proyecto, que pasa a la Marina (US Navy) en agosto de 1943. En diciembre, la Marina cede el proyecto al cuerpo de infantería de marina (US Marine Corps), por razones prácticas y de presupuesto. Los marines bautizan al proyecto X-Ray, Rayos X, y trasladan murciélagos y personal a la base aérea de El Centro, en California, que será su nuevo cuartel general.
Después de varias pruebas y ajustes, deciden probar el ataque murcielaguero sobre la Japanese Village, la reproducción a escala real de un entorno urbano japonés en el campo de pruebas de Dugway, Utah. Ya estamos en 1944, y el ataque simulado es todo un éxito. Un B-25 deja ir una carga de bat-bombs y arrasa el villorrio japonés. La prueba ha tenido un éxito rotundo, indiscutible. El entusiasmo de los observadores es notable.
El jefe de Pruebas de Artefactos Incendiarios de Dugway informa sobre el caso: A pesar del pequeño tamaño de las bombas, éstas generan una cantidad apreciable de incendios. La principal ventaja de estas unidades de ataque [los murciélagos] es que penetran en los edificios sin que los vecinos o los servicios de extinción de incendios se den cuenta.
El National Defense Research Committee se muestra entusiasta. Dice: Se concluye que Rayos X es una arma efectiva. El informe del doctor Fieser, el químico que inventó la bomba, asegura que los murciélagos incendiarios son más efectivos que las bombas de fósforo. Dice: En otras palabras, las bombas convencionales que arroja un bombardero generan entre 167 y 400 incendios, pero si utilizara Rayos X, un bombardero podría provocar entre 3.625 y 4.748 incendios. ¡Caramba!
Sin embargo, el proyecto Rayos X muere ahí mismo, en diciembre de 1944. Washington ya no parece tan interesada en el proyecto, el almirante King, de los marines, dice que ya lleva gastados dos millones de dólares en murciélagos y que hasta aquí hemos llegado y la guerra sigue su curso sin la inestimable ayuda de los murciélagos de cola de ratón.
Eso sí, corren rumores sobre una terrible arma secreta. Alguien se ha chivado, y se dicen cosas sobre el misterioso proyecto Rayos X, capaz de reducir una ciudad a cenizas no se sabe muy bien cómo. ¿Qué arma terrible será Rayos X?
El doctor Adams protesta por la desidia del FBI, encargado de la seguridad del proyecto, y por el fin de las bombas murciélago. Parece que no le hacen mucho caso y aquí acaba el papel del cirujano dentista en la historia secreta de la Segunda Guerra Mundial.
Mucho más tarde se sabrá que la publicidad del proyecto Rayos X ha sido una maniobra del FBI para despistar a los espías alemanes, japoneses... y soviéticos... y proteger otro proyecto mucho más secreto, mucho más mortífero y terrible, que acabaría mostrándose al mundo en agosto de 1945, en Hiroshima.
¿Así que esto era Rayos X?, exclamaron los espías. ¡La bomba atómica!
El sacrificio y el heroismo de los murciélagos de cola de ratón norteamericanos merece un recuerdo. Pocos recuerdan qué fue del proyecto Rayos X, pero justo es recordarlo, ¿no les parece?
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