En el resto de España, se hace llamar Emilio, pero en Cataluña, Emili. Don Emilio Cuatrecasas es el presidente del bufete de abogados más importante de España, con el permiso del bufete del señor Roca, otro que tal. Don Emilio se ha especializado en el Derecho de Negocios y cuenta con mil abogados en plantilla, quinientos empleados más y veintitantas oficinas en nueve países, lo que no está nada mal. Don Emilio es, además, presidente de un puñado de empresas, consejero de tantas más, patrono de unas cuantas fundaciones y un pez gordo de la gran patronal catalana. Es decir, es uno de los miembros más destacado de la Casa Nostra.
Por méritos propios, el caballero se suma hoy a la lista formada por Millet, Alavedra, Carulla, Prenafeta y compañía, porque Francisco Bañeres, fiscal de Delitos Económicos de Barcelona, lo ha acusado de diez delitos contra la Hacienda Pública por evadir impuestos. 3,7 millones de euros, no está mal, ¿verdad?
Doña Mercedes, de la que se divorció hace unos años, también está acusada por evadir más de 142.000 euros, pues se había enredado en este asunto todavía casada.
La Agencia Tributaria pilló a don Emilio cometiendo fraudes donde pudo en 2006, 2007 y 2008. Según la querella presentada, don Emilio utilizó un sofisticado artificio negocial para engañar a Hacienda y mostrar ante el fisco una realidad económica falsa, y añade que dispuso mediante una trama de sociedades evitar la tributación por el impuesto sobre el patrimonio, que es donde doña Mercedes, la que fue su señora, se ha pillado los dedos.
Según la fiscalía, don Emilio consideró gastos vinculados a una actividad empresarial sus varias residencias (un ático que quita el hipo en el Paseo de Gràcia y dos mansiones en el Pirineo y la Costa Brava, con sus muebles, chachas y criados, su yate, dos amarres (valorados en seis millones de euros), nueve automóviles de lujo, los viajes de placer y otros muchos gastos domésticos, de ésos que se asocian a la buena vida. Mediante una doble superposición de sociedades, dice el fiscal, que nunca realizaron actividad económica alguna, defraudó a Hacienda, ayudado por sus amplios conocimientos de la normativa fiscal.
Para explicar el caso que se entienda, el fiscal dice que se trataba de un pago del bolsillo izquierdo al derecho.
De vez en cuando, el aparato del Estado (lo que aquí llaman Madrid) nos da algunas alegrías como ésta. Me alegro de que hayan pillado a don Emilio, porque nos ha robado a todos, aunque mucho me temo que saldrá de ésta con bien, y que seguirá bien considerado entre la burguesía catalana, que, si fuera danesa y yo, Hamlet, sostendría que huele a podrido.
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