Abordaje o colisión



No se sabe quién fue el primero en comparar la aventura plebiscitaria de don Artur Mas con un choque de trenes, pero lo cierto es que la metáfora ha tenido mucho éxito. Naturalmente, cada uno la interpreta como quiere. Jugando con la colisión ferroviaria, los sesudos intelectuales y tertulianos catalanes, ésos que cantan las glorias del pagano, enredan las circunstancias del accidente preguntándose si no iremos a parar a una vía muerta, si ya hemos llegado a la última estación antes de la estación término, si nos vamos a quedar sin carbón, si el tren hace chuchú y toca la campana, tilín tilín, etcétera, una forma como cualquier otra de marear la perdiz.


Sin embargo, el segundo discurso de investidura de don Artur Mas en dos años sostiene que la cuestión plebiscitaria no es un choque de trenes, sino un choque de barcos. De raza le viene al galgo, pues don Artur Mas cuelga en su despacho el timón de un navío que capitaneaba su abuelo (al menos, eso dice), un símbolo que viene como anillo al dedo a quien cree que marca el rumbo de la nación y la lleva a buen puerto, aunque viendo lo que se ve cabe la sospecha de andar al pairo en medio de un campo de minas.


Pero si el amo dice que más que trenes chocan barcos, barcos chocan y no se hable más de este asunto. Ahora anda toda la intelectualidad de tertulia que si babor, que si estribor y todos marcando el rumbo en la carta de marear, que nunca tuvo mejor nombre. Hasta el señor ministro Montoro declaró que el Gobierno de España no es partidario del choque de barcos. Lo sorprendente sería que un ministro se mostrara favorable a que los barcos chocaran entre sí en puerto o alta mar.

El Reglamento Internacional de Abordaje, en su Regla 15, dice: Cuando dos buques de propulsión mecánica se crucen con riesgo de abordaje, el buque que tenga al otro por su costado de estribor se mantendrá apartado de la derrota de este otro y si la circunstancia lo permite, evitara cortarle la proa. Lo digo por si acaso.

¿Abordaje? Les recuerdo a todos, antes de proseguir, que el choque entre dos barcos se llama propiamente abordaje. La colisión ferroviaria no tiene un nombre propio, que yo sepa, y choque de trenes ya le está bien. Cuando van los dos por la misma vía, puede darse un alcance (el que va detrás corre más que el que va delante) o un trompazo de padre y señor mío, cuando van en sentido contrario. Pero ¡bah! Da lo mismo. La gente habla mal por vicio y me veo bien pronto discutiendo si nos enfrentamos a descarrilamientos o abordajes, que no es cuestión baladí, porque un expreso no puede apartarse de la derrota de un tren correo y un paquebote no conoce pasos a nivel.


El debate me recuerda la canción revolucionaria mejicana que sostiene que si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar; si por mar, en un buque de guerra; si por tierra, en un tren militar. ¿Se habrá largado Adelita con otro? En tal caso, ¿la estamos siguiendo por tierra o por mar? Ésa es la cuestión, no más. Tampoco Mas, aunque se le cuestione.

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