Feliz Navidad



En 1600, Michelangelo Merisi saltó a la fama cuando mostró al público dos lienzos, La conversión de San Mateo y El martirio de San Mateo, que decoran la capilla Contarelli de la iglesia de San Luis de los Franceses, en Roma. Quedó por pintar el lienzo que colgaría justo encima del altar, éste.

El de Caravaggio entregó San Mateo y el ángel hacia finales de 1600. La imagen provocó la ira del Cabildo de San Luis, que consideró el lienzo indecoroso y ofensivo porque el pie sucio y desnudo de San Mateo quedaba a la altura de la hostia en el momento de la consagración. Cuentan que el cabildo quiso quemar el cuadro, pero don Vincenzo Giustiniani, marqués de Bassano, medió en la querella. Pagó al de Caravaggio por el lienzo y se lo quedó para él. El pintor, algo mosca, entregó un segundo San Mateo y el ángel más del gusto de los curas, del que hablaremos otro día.

Así ingresó el primer San Mateo y el ángel en la colección Giustiniani, y allí seguía cuando la compró Prusia en 1828 y se la llevó a Berlín. El 5 de mayo de 1945, un incendio destruyó el lienzo. La única imagen que conservamos de él es esta fotografía en blanco y negro.

No sabemos quién es la niña que hace de ángel, pero sí sabemos quién es él. Es Matteo, un mozo de cuadras del cardenal del Monte, borracho insigne, pedorro incontinente y famoso por todo ello en los alrededores de San Eustaquio. Aparecerá en otras obras del de Caravaggio.

Un ángel impertinente y un poco pedante guía la mano del borrachín. Es una manera de mostrar que las palabras del Evangelio vienen inspiradas por Dios. El comienzo del Evangelio según San Mateo, en hebreo, lo escribió el cardenal del Monte para que pudiera copiarlo el de Caravaggio. La silla en la que se sienta Matteo es una savonarola y aparece en otros cuadros del pintor. Sabemos que esta silla la perdió el de Caravaggio cuando le embargó el casero en 1605, porque se marchó de casa sin pagar el alquiler.

Véase el caso: un borracho analfabeto, un ángel impertinente, un pintor que no paga el alquiler, unos paganos intransigentes y un coleccionista intrigante procuran al mundo una de las más bellas obras de arte de las que se tiene noticia.

A ver, pues, qué no podremos hacer nosotros cuando se nos echa encima un nuevo año cargado de misterios que contemplamos con la misma prevención de siempre, y con la misma esperanza. Sea lo que sea lo que acabemos haciendo, ojalá que el resultado sea igualmente feliz.

Deseo que este año, que ya veremos cómo vendrá, sea bonísimo para todos y llegue colmado de alegría y preñado de felicidad. Me parece que esta vez nos lo merecemos, ¿verdad?

Sea, pues:

Disfrutad de las Navidades y que venga un feliz Año Nuevo.

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