¡Ozú, mi Niño!



La última tiene miga. Su Santidad, Benedicto (Benito) XVI deja ir en su reciente libro que los Reyes Magos no vinieron del Oriente, sino del Occidente, de Tartessos, que es un lugar que no se sabe muy bien por dónde cae, quizá en Huelva, quizá en Sevilla, quizá en Cádiz. Su Santidad se basa en los textos proféticos de Isaías y en el Evangelio según San Mateo, aunque los historiadores le habrían dicho que mejor hubiera hecho preguntando antes de decir nada, porque Tartessos ya no existía cuando nació el Cristo. Así de triste es la verdad.

Pero ¿saben qué? Que da lo mismo.

Don Ignacio Caraballo, que es el presidente del Patronato Provincial de Turismo de Huelva, prescinde de la arqueología y se suma a la palabra del Santo Padre. Esto hay que promocionarlo, ha dicho. Si son nuestros [los Reyes Magos] habrá que salir como un cañón.

Así, en Huelva patrocinarán la belleza de la Sierra, la singularidad del parque de Doñana, el jamón de bellota y, ozú, los Reyes Magos. Como sea, hay que dar con el palacio de los Reyes Magos, o con el establo donde guardaban los camellos. Si no se da, se quita y se construye, y ya está. Los turistas vendrán a millares.

La noticia ha provocado mucho entusiasmo entre los andaluces. Tanto que fuentes del Vaticano han tenido que desmentir que Melchor, Gaspar y Baltasar llevaran fino y jamón al Niño y un traje de lunares a la Madre. Lástima y olé, mi Niño.

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