Las estadísticas nos dicen que en tiempos de Napoleón, había que gastar el peso de un soldado enemigo en balas para cargárselo. Dígase de otra manera: había que quemar dos mil trescientos cartuchos para darle un balazo que lo dejara para el arrastre.
En 1968, el ejército de los EE.UU. calculó cuánta munición se gastaba para darle a un vietcong. La estadística dijo que causar baja a un enemigo costaba un promedio de 57.000 balazos. Dígase como antes: había que dispararle el equivalente al peso de cuarenta y cinco enemigos para dejarlo fuera de combate.
Progreso, quizá, pero puntería...
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