Habrán oido la leyenda del suicidio con una taladradora, y no la habrán creído. Pero resulta que es cierta, por una vez es cierta. Ocurrió hace un par de años, en las Urgencias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Les llegó un paciente que no podía mover la pierna derecha.
Estaba en casa, me caí y ya no recuerdo nada más, declaró el paciente. El relato prosigue en boca del neurocirujano Rodríguez Boto, que participó en la exploración del paciente. Vimos que tenía tres pequeñas heridas en el cuero cabelludo, sin sangre, cuenta. Pero, cuando le hicimos un escáner, pudimos ver un hematoma intracerebral y, muy cerca, un artefacto metálico. Pensamos que forzosamente tenía que haberse introducido ese artefacto por alguno de esos agujeros, pero el paciente repetía que no sabía nada del asunto, y tampoco había ningún testigo presencial del incidente.
Acabaron en el quirófano, para hacerle una craneotomía, acceder al cerebro y aliviar la presión del hematoma. Fue entonces cuando vimos asomar por uno de esos orificios una pieza metálica; al extraerla, resultó ser una broca de taladro, de cuatro centímetros, que se había roto. Ahí es nada.
Cuando el paciente se recuperó, le preguntaron qué había hecho para meterse una broca en la cocorota. El doctor Rodríguez Boto prosigue el relato: Nos contó que estaba trabajando en asuntos de carpintería y que, de pronto, se había puesto el taladro en la parte posterior del cráneo. Se había taladrado, literalmente, la cabeza. Y, además, lo había hecho tres veces, hasta que algo sucedió y la broca se rompió.
El caso es extraordinario por varias razones, y la mayor de ellas es que los anteriores intentos de suicidio con broca registrados en los anales médicos habían acabado con la muerte del suicida. En cambio, no se ha publicado ningún caso de paciente vivo como el nuestro, explica el doctor Rodríguez Boto, que publicó el caso en el Clinical Neurology and Neurosurgery.
Fue asombroso que el paciente sobreviviera y, también, que no presentase más lesiones que las de la pierna. Parece que la lesión había afectado neurológicamente a esa extremidad, pero, al retirar la broca y desaparecer el hematoma, la pierna fue mejorando y, de hecho, cuando se marchó de aquí ya podía caminar. No le quedaron secuelas, finaliza el doctor.
¿Qué hicieron cuando le dieron de alta? Pues, se derivó a Psiquiatría, tal y como se hace siempre que se detecta un intento de suicidio.
Para que luego digan que la realidad no supera la ficción.
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