Ingeniería viene de ingenium, máquina. La ingeniería financiera sería, pues, una máquina de hacer dinero. Tal piensa el Gobierno de la Generalidad de Cataluña que lucha por poner en marcha un magnífico plan, macanudo, para ganar unos dineritos y reducir el déficit, la deuda y lo público, en general, ya puestos.
El plan tirará p'alante con la inestimable cooperación del Gobierno de España, que no lo tiene fácil ahora mismo en el Parlamento. Siguiendo con el latín, do ut des: tú me das y yo te doy; tú cambias un par de leyes para que la titularidad de siete grandes hospitales de la Seguridad Social pase a ser de la Generalidad de Cataluña y yo, en señal de agradecimiento, me abstendré cuando convenga y prolongaré tu agonía, pues pienso sacar de ella lo que pueda, y Mas.
Sí, en efecto. La primera parte del asunto es que la Tesorería de la Seguridad Social, propietaria de los inmuebles, saldaría una deuda de 10.000 millones de euros (¡pardiez!) con el Estado, que prestaba dinerillos al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria porque el presupuesto de tal instituto ha sido siempre insuficiente (que me lo expliquen). A estas alturas del cuento ya me he perdido, pero me cuentan que el traspaso no es cosa de un par de días porque el Gobierno de España tiene que cambiar un decreto por aquí, otro por allá...
No nos centremos en esta primera parte, porque este intríngulis contable es un detalle sin importancia, no es más que la introducción al caso. La segunda parte tiene un poco más de miga. Una vez que el Estado es propietario de la sede del Instituto Catalán de la Salud y los hospitales de Vall d'Hebron, Bellvitge, Josep Trueta, Germans Trias i Pujol, Arnau de Vilanova, Viladecans y Verge de la Cinta de Tortosa, amparándose en el hecho (cierto) de que la Generalidad de Cataluña ha corrido con las inversiones en estos edificios durante años (pues tiene y ha ejercido sus competencias en materia de sanidad pública... hasta ahora, y faltaría más que no hubiera invertido), el Estado, decía, cede la propiedad a la Generalidad de Cataluña. Ten, to' pa' ti, y se limpia las manos.
Ah, ahora viene la ingeniería financiera que nos va a sacar a todos de la crisis y nos hará personas más felices y contentas en un país multicolor en el que florecen lirios y amapolas, en un país moderno, chachi y divino de la muerte. Una vez que estos edificios sean ya propiedad del usufructuario (la Generalidad de Cataluña), éste... ¡los venderá al mejor postor!
En efecto. El magnífico plan es vender estos edificios a empresas privadas. Luego, negociar un alquiler con derecho a compra. Repito: los vende, para volverlos a comprar después de haberse gastado un pastón en alquilarlos, ¿queda claro?
Según fuentes del grupo parlamentario de CiU, que el propio president Mas ha repetido en público, la Generalidad de Cataluña se embolsaría entre trescientos y cuatrocientos millones de euros el primer año, que sumados a los cuatrocientos y pico que dejará de invertir, la de médicos y enfermeras que ha enviado al paro y la de quirófanos que ha cerrado... ¡Ya hemos resuelto la crisis! ¡Qué bien!
Pero, a ver, alto, un momento... Pongamos que gano cuatrocientos millones el primer año, pero hablan de un alquiler de ciento cuarenta millones por año. El primer año, gano cuatrocientos, pero tres años después ¡ya los habré perdido! ¡En tres años...! Por el asunto del alquiler, hagan cuentas. No es sólo eso: burro y apaleado, porque esos edificios ya no son míos, sino de otro, y ¡tendría que comprárselos para dejar de perder dinero con el alquiler! Pero ¿qué tiene esto de bueno?
No hace falta ser un lince para deducir que esta ingeniería financiera no puede traer más que pan para hoy y hambre para mañana, y que si esto es todo lo que se les ocurre a nuestros líderes patrios, apaga y vámonos, que dijo aquél.
Y perdonen que sea malvado, pero veo en estos tejemanejes una tentación tan grande para nuestra particular colección de prenafetas y similares que ya tiemblo, de puro miedo. De vender los hospitales a privatizar la sanidad pública hay apenas un paso. Se privatizará el edificio y acto seguido, la gestión del edificio, ya verán ustedes, pues acechan las empresas de servicios energéticos y similares como buitres en celo. Luego se privatizará el mismo servicio sanitario. Luego...
En Madrid ya hicieron algo parecido y el coste por paciente se ha disparado. Los problemas legales no son pocos ni pequeños, si uno pretende reformar, pongamos por caso, una planta de radiología o cambiar la calefacción. Ganan unos, ya saben quiénes, y pierden los de siempre, todos los demás. Pero ¿a quién le importa el bien común? Además, la culpa será de Madrid, ya verán ustedes, como la de los peajes de las autopistas, que inventaron los empresarios catalanes. ¡Y le llaman gobernar...!
Éstos son malos tiempos para la lírica, que cantó el bardo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario