La fotografía de un Presidente de la Generalidad de Cataluña es un asunto serio. De entrada, se tiran tres mil copias de gran formato, para que adornen los despachos de los altos cargos, para que éstos sientan en la nuca el aliento del líder patrio y guiados por su ejemplo, ejerzan el cargo con la discreción, honestidad, generosidad y profesionalidad que todos esperamos de ellos. A la vista está que la mirada orgullosa y la expresión satisfecha del líder patrio de turno no consigue los efectos deseados, pero ésa es otra historia que no concierne al caso. Lo que importa es que la fotografía en cuestión es y será el símbolo del poder político e institucional de un cargo público, de nuestro representante y nuestro primer servidor. Por lo tanto, ojo con la fotografía del president, que es un asunto de mucha enjundia.
Le faltó tiempo a don Artur Mas para hacerse la fotografía oficial. El fondo oscuro e incierto se ve iluminado por una brillante bandera catalana, que aporta luz a la escena. La bandera, medio desplegada, está situada a la derecha del president (no iba a ser a la izquierda, por favor). Artur Mas, en primer plano, levemente inclinado hacia delante, gira su cabeza para mirarnos a la cara y sonríe sin mostrar los dientes. Quiere inspirar amabilidad y confianza. Parece satisfecho, orgulloso, aunque me da que también se le ve cansado. Lleva una chaqueta de color azul oscuro; el escudo de la Generalidad de Cataluña en la solapa, en oro, como le corresponde al cargo; una camisa blanca de cuello entre italiano e inglés, a la moda, y una corbata plateada y azul, de ésas de seda natural que debe de costar un pastón que no les cuento.
Lo que sí que sabemos es lo que nos ha costado a todos la fotografía. La hizo Pedro Madueño, un fotógrafo de La Vanguardia, que se sacó unas pesetillas echándole unas fotos al jefe. La factura sube a los 324,78 euros. ¿Les parece mucho?
Sabemos lo que nos ha costado la fotografía porque doña Laia Ortiz, diputada de IC-V, lo preguntó al Gobierno, lo que está bien, pues para eso está la oposición, para no quitar el ojo a lo que hace quien manda. El problema es que la respuesta del Gobierno añadió que el Departamento de Presidencia se había ahorrado, agárrense, 7.385,62 euros, pues la anterior fotografía oficial del president, entonces don José Montilla, había costado... ¡7.710 euros con 40 céntimos! Pero ¿cómo es posible?
El president Montilla fue fotografiado por Maria Espeus, una fotógrafa profesional que ha publicado en tantas revistas de moda y que ha retratado a muchos famosos y famosillos. En política, ha retratado a la élite socialista (la fotografía es ideología, que dijo aquél), ya sea para ilustrar campañas electorales o ya sea para tener un retrato oficial que repartir a los tuyos. La fotografía que le hizo a don José Montilla en 2006 es ésta, que publica en su sitio web junto a la fotografía que le hizo antes para pasar más mal que bien la campaña electoral.
¡Qué diferente es la fotografía de uno y otro president! Don José Montilla posa a pie firme en el Pati dels Tarongers (el Patio de los Naranjos) del Palau de la Generalitat. Al fondo, entre los naranjos, alguien ha plantado una bandera catalana, que aparece claramente en el fondo, levemente desenfocada, pero también a la derecha del president (es lo que tienen las banderas, que rara vez asoman por la izquierda). Montilla y Mas coinciden en el color y el cuello de la camisa. Las dos corbatas tienen tonos plateados de fondo, aunque Montilla lleva una corbata a rayas negras y Mas, decorada con una red de rombos azules. Montilla viste de color marengo, lleva una chaqueta de tres botones, completamente abrochada, que le da un aire de morcilla (aunque el traje es excelente, hecho a medida). Montilla lleva las manos a la espalda, saca pecho, sonríe ladinamente, queriendo parecer accesible y bonachón. Si el retrato de Mas es un primer plano, el retrato de Montilla es un plano americano. Si Mas se inclina hacia delante y ladea la cara para mirarnos, Montilla se planta de frente, muy tieso.
Estas diferencias no cuestan más de siete mil euros, me dirán ustedes. Pero el personal busca excusas. La fotografía como tal costó apenas 3.500 euros, dicen los montilleros. Lo demás, añaden los que explican el sucedido, fueron gastos de personal, de edición y otros gastos. Así, por ejemplo, como hacía mucho frío, llenaron el Pati dels Tarongers de estufas apuntando al president, para que el resultado de la sesión fotográfica no fuera el de un anuncio de merluza congelada. Eso sí, se ahorraron mucho maquillaje porque, a decir de la señora Espeus, el cutis de Montilla era perfecto y no requería apenas retoques. Será fácil caer en el chiste del president inexpresivo y soso, incapaz de gestionar el rostro en busca de un reflejo emocional, pero yo me remito a lo que dijo la fotógrafa, preguntada sobre este asunto.
En fin, que a uno le vienen ganas de ganarse la vida disparando a los presidentes. Disparando fotografías, se entiende, no vayan a pensar ustedes según qué.
Le faltó tiempo a don Artur Mas para hacerse la fotografía oficial. El fondo oscuro e incierto se ve iluminado por una brillante bandera catalana, que aporta luz a la escena. La bandera, medio desplegada, está situada a la derecha del president (no iba a ser a la izquierda, por favor). Artur Mas, en primer plano, levemente inclinado hacia delante, gira su cabeza para mirarnos a la cara y sonríe sin mostrar los dientes. Quiere inspirar amabilidad y confianza. Parece satisfecho, orgulloso, aunque me da que también se le ve cansado. Lleva una chaqueta de color azul oscuro; el escudo de la Generalidad de Cataluña en la solapa, en oro, como le corresponde al cargo; una camisa blanca de cuello entre italiano e inglés, a la moda, y una corbata plateada y azul, de ésas de seda natural que debe de costar un pastón que no les cuento.
Lo que sí que sabemos es lo que nos ha costado a todos la fotografía. La hizo Pedro Madueño, un fotógrafo de La Vanguardia, que se sacó unas pesetillas echándole unas fotos al jefe. La factura sube a los 324,78 euros. ¿Les parece mucho?
Sabemos lo que nos ha costado la fotografía porque doña Laia Ortiz, diputada de IC-V, lo preguntó al Gobierno, lo que está bien, pues para eso está la oposición, para no quitar el ojo a lo que hace quien manda. El problema es que la respuesta del Gobierno añadió que el Departamento de Presidencia se había ahorrado, agárrense, 7.385,62 euros, pues la anterior fotografía oficial del president, entonces don José Montilla, había costado... ¡7.710 euros con 40 céntimos! Pero ¿cómo es posible?
El president Montilla fue fotografiado por Maria Espeus, una fotógrafa profesional que ha publicado en tantas revistas de moda y que ha retratado a muchos famosos y famosillos. En política, ha retratado a la élite socialista (la fotografía es ideología, que dijo aquél), ya sea para ilustrar campañas electorales o ya sea para tener un retrato oficial que repartir a los tuyos. La fotografía que le hizo a don José Montilla en 2006 es ésta, que publica en su sitio web junto a la fotografía que le hizo antes para pasar más mal que bien la campaña electoral.
¡Qué diferente es la fotografía de uno y otro president! Don José Montilla posa a pie firme en el Pati dels Tarongers (el Patio de los Naranjos) del Palau de la Generalitat. Al fondo, entre los naranjos, alguien ha plantado una bandera catalana, que aparece claramente en el fondo, levemente desenfocada, pero también a la derecha del president (es lo que tienen las banderas, que rara vez asoman por la izquierda). Montilla y Mas coinciden en el color y el cuello de la camisa. Las dos corbatas tienen tonos plateados de fondo, aunque Montilla lleva una corbata a rayas negras y Mas, decorada con una red de rombos azules. Montilla viste de color marengo, lleva una chaqueta de tres botones, completamente abrochada, que le da un aire de morcilla (aunque el traje es excelente, hecho a medida). Montilla lleva las manos a la espalda, saca pecho, sonríe ladinamente, queriendo parecer accesible y bonachón. Si el retrato de Mas es un primer plano, el retrato de Montilla es un plano americano. Si Mas se inclina hacia delante y ladea la cara para mirarnos, Montilla se planta de frente, muy tieso.
Estas diferencias no cuestan más de siete mil euros, me dirán ustedes. Pero el personal busca excusas. La fotografía como tal costó apenas 3.500 euros, dicen los montilleros. Lo demás, añaden los que explican el sucedido, fueron gastos de personal, de edición y otros gastos. Así, por ejemplo, como hacía mucho frío, llenaron el Pati dels Tarongers de estufas apuntando al president, para que el resultado de la sesión fotográfica no fuera el de un anuncio de merluza congelada. Eso sí, se ahorraron mucho maquillaje porque, a decir de la señora Espeus, el cutis de Montilla era perfecto y no requería apenas retoques. Será fácil caer en el chiste del president inexpresivo y soso, incapaz de gestionar el rostro en busca de un reflejo emocional, pero yo me remito a lo que dijo la fotógrafa, preguntada sobre este asunto.
En fin, que a uno le vienen ganas de ganarse la vida disparando a los presidentes. Disparando fotografías, se entiende, no vayan a pensar ustedes según qué.
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