Las cifras de la sanidad pública catalana eran conocidas de todo el mundo, y si no eran (o son) conocidas, era por pura vagancia, porque eran cifras públicas. Dicho esto, que nadie cuente que el déficit sanitario le ha pillado por sorpresa, porque mentirá.
Vale la pena recordar algunos puntos del programa electoral de CiU, que ahora gobierna, que se elaboraron con pleno conocimiento de la situación del sistema de Seguridad Social, repito e insisto. Copio y traduzco:
Punto 99: Facilitaremos de manera progresiva la libertad de elección de hospital, en el ámbito de la Red Hospitalaria de Utilización Pública, en los casos de ingreso y cirugía electiva [...] en los tiempos de garantía establecidos.
Punto 101: Se reducirán las listas de espera para intervenciones quirúrgicas y se establecerán tiempos máximos de espera para cirugía electiva.
Punto 102: Una vez superados los plazos establecidos, [éstos] obligarán al Servei Català de la Salut a la provisión de una solución alternativa que tendrá que satisfacer obligatoriamente.
Punto 103: [...] un tiempo máximo de espera para acceder a la consulta de atención especializada.
Punto 104: [...] Garantizaremos también este plazo máximo para hacerse pruebas diagnóstico-terapéuticas complementarias.
Punto 105: Introduciremos una garantía para que, en caso de cancelaciones de ingresos o visitas motivadas por necesidades del servicio, en el plazo máximo de un mes éstas se hayan resuelto o se haya ofrecido una alternativa satisfactoria.
Punto 106: Trabajaremos para establecer horarios más amplios de atención en toda la Red Sanitaria de Utilización Pública.
Punto 128: [...] No se pueden recortar ni las prestaciones ni la calidad [de los servicios de salud].
Ahora, juzguen ustedes mismos.
Don Baudilio Ruiz García, a. Boi Ruiz, consejero de Salud, o Sanidad, de la Generalidad de Cataluña, para que se sitúen ustedes, se está poniendo las botas con el cumplimiento del plan electoral que hemos mencionado. En vez de reorganizar el sistema sanitario en tiempos duros, vuelve duros los tiempos y más que reorganizarlo, lo desmenuza. Podemos hablar de un clarísimo retroceso en las prestaciones de nuestro sistema sanitario, objetivamente... lo que no aparecía por ninguna parte del programa, ahora que pienso.
Este agosto, se reducirán las prestaciones sanitarias de muchos ambulatorios hasta el 25% de su capacidad, y ya se habrán suprimido la mayoría de los servicios de urgencias ambulatorios. En pocas palabras, si usted pilla un catarro un sábado no podrá acudir a un médico de familia de guardia, sino que tendrá que esperar turno en las salas de urgencia de un hospital, ya de por sí tan saturadas con casos graves que sólo nos faltaba eso.
Se cierran plantas hospitalarias enteras, quirófanos, centros de convaleciencia, no se contrata personal de sustitución en vacaciones y se reducen las pruebas diagnósticas. Caramba: se suprime la espera máxima en catorce operaciones quirúrgicas, una espera máxima que ya era desmesurada. Es decir, que si usted necesita una prótesis de rodilla o una operación de cataratas, puede morirse de viejo, cojo, inválido o ciego, esperando a que le atiendan.
Hay detalles sin importancia, me dirán, pero que llaman la atención. Los médicos recomiendan que un paciente beba casi dos litros de agua al día, pero no sirven agua con las comidas, porque no llega la pasta, y los enfermos han de acudir a las máquinas dispensadoras... los que pueden. En algunos centros, los familiares de los pacientes tienen que poner toallas, batas y pañales. Los fines de semana, para ahorrar, paran algunos ascensores de los grandes hospitales y por la noche, en algunas plantas, apagan la luz de los pasillos. Qué miedo.
¿Y las ambulancias? Después de reorganizar el sector, maldito eufemismo, el tiempo de espera medio de una ambulancia en Barcelona ha pasado de los diez a los veinte minutos. Si quieren verlo así, diez minutos pueden separar la vida de la muerte en un infarto o en un accidente de motocicleta. Y es de eso, del dolor, de la enfermedad y la muerte de lo que estamos hablando, don Baudilio.
Y más cosas que no les cuento, porque el hastío puede conmigo. Parece inútil insistir en la defensa de un buen sistema de Seguridad Social. Es éste, quizá, uno de los logros que más nos ha costado obtener, del que más orgullosos nos podemos sentir y que podríamos seguir manteniendo si nos diera la real gana. Pero estamos dejándolo morir... y no parece que nos importe demasiado.
Qué mierda, y perdonen ustedes.
Mientras eso sucede, la deuda acumulada de la Agencia Catalana del Agua supera en mucho eso que llaman el déficit sanitario; con lo que pierde la televisión autonómica se resolvería de la mitad a dos terceras partes de ese déficit; para que se hagan una idea, por poner un orden de magnitud, con el dinero que paga TV3 al F.C. Barcelona en un año podrían ahorrarse los recortes y mantenerse en plena capacidad dos, seguramente tres, de los nueve grandes hospitales catalanes a cargo del Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Que paguen los socios fumboleros, que son cien mil, y que los fondos públicos se inviertan en los catalanes, que somos siete millones y medio, caramba.
Pero ya saben de quién es la culpa, ¿verdad? De Madrid, de los árbitros, de los inmigrantes y de los funcionarios, que se conjuran contra nosotros. Conocidos los culpables, tranquilas las conciencias, ya pueden irse a fumar puros al palco del Barça, o compartir las vacaciones con los Carulla, Alavedra, Prenafeta, Millet y compañía, que se lo pasan en grande en las Baleares o la Cerdaña.
Qué demagogo que me pongo a veces, por Dios, pero es que me pueden, en serio.
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