Quién más, quién menos, todo el mundo sabe que las centrales nucleares tienen que pasar unas pruebas de seguridad que no pasan otras instalaciones industriales. El porqué lo imagina uno, porque no es lo mismo que se espachurre un parque eólico que el núcleo de un reactor de fisión. En el primer caso, los pájaros del lugar celebrarán la noticia; en el segundo caso, el personal sale por piernas, pies para qué os quiero y tonto el último.
Después del desastre de Fukushima, en Japón, que se ha llevado por delante seis centrales nucleares, la Unión Europea quiere echar un vistazo a la seguridad de sus instalaciones. Se realizarán pruebas de seguridad suplementarias que nos dirán si una central europea puede resistir un incendio que queme más de dos días, por ejemplo. Se trataría de evaluar la seguridad de estas instalaciones en circunstancias muy adversas, proponer mejoras para superarlas y un plan para aplicarlas, con fechas y números. A esto se le llama Instrucción Técnica Complementaria y obliga a que las reformas se hayan hecho antes de que acabe 2012.
Sin embargo, es la posibilidad de un ataque exterior (eufemismo de sabotaje terrorista) la que trae de cabeza a los responsables nucleares europeos. Por eso, las pruebas intentarán descubrir si las centrales nucleares europeas podrían resistir el impacto de un avión comercial contra la estructura de contención (donde están la piscina del combustible y el reactor). Naturalmente, informa doña Carmen Martínez, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, no se publicará qué central nuclear podría reventar si se le echa encima un jumbo, por ejemplo. Hay mucha gente con mala idea por ahí suelta, se entiende, y no es cuestión de darles ideas.
El comentario me recuerda al de ese tertuliano radiofónico que anunció que la central de Garoña, en Burgos, era del mismo modelo que las centrales de Fukushima. El tertuliano en cuestión, un tipo muy inteligente y versado, se excitó sobremanera y se preguntó qué podría suceder en España si un maremoto golpease contra la central de Garoña. Otro de los tertulianos respondió, con sorna y acierto, que si un maremoto llega hasta Garoña, lo de menos sería la central. Porque Garoña está en Burgos, no sé si lo sabían.
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