Hay personajes que se refutan ellos solos. Es decir, si uno quiere pillarlos en falta, no tiene más que estirarles de la lengua y dejarles hablar. Uno de estos personajes es la señora del señor don Jordi Pujol, que fue Presidente de la Generalidad de Cataluña y ahora ejerce de patriarca entrañable, aparentemente retirado de los vaivenes de la política. Aparentemente. La señora de este señor, la señora en cuestión, la que digo que tiene una boca de metro por las que deja ir frases memorables, es doña Marta Ferrusola.
Sea cual sea su inclinación política, si la tiene, habrá oído hablar de ella... y no muy bien. Los fumboleros, por ejemplo, y más si son culés, recordarán con cariño el nombre de Hidroplant, SA. Esta señora, su hija Marta y su hijo Jordi se repartían el 15% de las acciones; Aguas de Barcelona (AGBAR), entonces bajo la dirección del señor Fornesa (hoy presidente de La Caixa), tenía otro 30%; otros dos accionistas particulares, de ésos que salen en todos los saraos donde se reparte dinero, tenían el resto.
¿Por qué AGBAR...? No pregunten.
La cuestión es que Hidroplant, SA, repuso el césped del Fútbol Club Barcelona en 1994 y de nuevo en 1996. Durante tres años, el mejor sistema de drenaje de un campo de fútbol europeo, dejaba el campo hecho unos zorros después de diez minutos de juego. La broma costó al club el equivalente a 300.000 euros cada vez que repusieron el césped, y la hierba no arraigó nunca.
A tal punto llegó el mal estado del terreno de juego que nueve socios denunciaron a Hidroplant ante el juez y el Barça de Núñez se arriesgó a perder los favores de la familia Pujol echando mano a otro suministrador de hierbas, un señor de Osona. Poca broma, decirle que no a la señora del jefe. Ya entonces, doña Marta mostró sus grandes dotes para decir tonterías, pues declaró que la hierba no había arraigado por culpa del mal tiempo (sic).
Los fumboleros consultados señalan que a partir de entonces se manifestó el interés de CiU en promover a un sustituto de Núñez como presidente del F.C. Barcelona. Ya saben, uno de los nuestros, no un charnego metido a promotor inmobiliario. Al final, ese hombre fue... Laporta, pero ésa es otra historia.
En 1999, tal señora exclamó malhumorada por qué no podía ella tener contratos con la Generalidad de Cataluña. En parte, tenía razón, pero sólo en parte. Porque los contratos de jardinería de Hidroplant para el mantenimiento de las plantas de interior de cuatro consejerías, aunque no suponían mucho dinero, olían un poco mal. El caso llegó al Parlamento de Cataluña, pero las preguntas parlamentarias no llegaron a ninguna parte, cómo iban a llegar. Eso sí, los parlamentarios se lo pasaron muy bien cuando doña Marta, justificándose, explicó que no sólo era accionista, sino también comercial a sueldo de Hidroplant. Explicó con pelos y señales sus argumentos de venta: cuando salgo a pasear, me fijo en los edificios que se están construyendo; entonces, me voy al constructor, me presento, digo quién soy y ofrezco mis productos (sic).
Tal como estaba el percal, a ver quién le decía que no a la señora.
Su hijo Jordi empleaba el mismo sistema. Según la vox populi, aparcaba su Lamborghini delante de un establecimiento y ofrecía sus servicios llevando por delante sus apellidos, Pujol y Ferrusola. Curiosamente, por aquel entonces detuvieron por estafa a un caballero que también se apellidaba Pujol y Ferrusola y ofrecía sus servicios haciéndose pasar por hijo del jefe. El caballero en cuestión nada tenía que ver con la familia, pero sus ingresos fueron notables hasta que lo pillaron con las manos en la masa. Por lo tanto, las declaraciones de doña Marta fueron oportunísimas, ya ven.
Pasaron esos tiempos felices. En 2003, Hidroplant, SA, tenía unos ingresos netamente superiores a los dos millones de euros al año y llevaba así una buena temporada. En 2004, registró pérdidas por 221.000 euros y su facturación cayó por debajo del millón y medio de euros. Luego fue peor. Fue sólo casualidad que el Tripartito llegara al poder en 2004. Casualidad, una tremenda casualidad, ya me entienden.
Coincidió esa fecha con una serie de declaraciones de doña Marta Ferrusola que ya entonces la auparon, definitivamente, a la categoría de bocazas célebres. Así, por ejemplo, hablando del pacto tripartito, dijo ¡Nos han echado de casa! ¡Nos han quitado lo que es nuestro!, así, con todas las palabras, lágrimas en los ojos y delante de micrófonos y cámaras de televisión. Qué concepto del gobierno que tenía esta mujer, por Dios.
Hidroplant se vendió por 600.000 euros en 2006. La compró ISS, una empresa danesa. A precio de saldo.
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