Habíamos dejado al doctor Porsche a finales de 1941, frustrado por haber perdido el concurso para diseñar y construir el tanque pesado del ejército alemán, el Tiger. Sin embargo, el ingeniero contaba con un poderoso aliado, Adolf Hitler. Una manía obsesiva del Führer era la de las armas fabulosas, para desespero de los militares. Rondaba por la calenturienta imaginación del Führer construir un tanque superpesado e invencible, algo fuera de serie. El Tiger era solamente el aperitivo; tenía que ser algo mucho más gordo, aunque los militares no lo necesitaran para nada, y así lo hicieron saber una y otra vez. Pero, quiá. Si el jefe se emperra, se emperra.
Sin demasiada prioridad, pero distrayendo recursos de la economía de guerra, Krupp inició, en 1941, el diseño de dos prototipos de tanques superpesados, el VK 7001 y el VK 7201. Estos monstruos pesaban, sobre el papel, cien toneladas cada uno.
Hitler se inmiscuyó, porque no podía estarse quieto con las armas superlativas, y consiguió que el contrato para desarrollar el primer prototipo de supertanque fuera para el doctor Porsche y el doctor Muller (de Krupp). Ahora, el prototipo se llamaba VK 10001 (o Porsche Tipo 205), se basaba en el VK 7001 y había engordado veinte toneladas con el cambio de código. No podía ser de otra manera: lo bautizaron Mammoth, mamut.
Krupp fabricaría el chásis, la torre y el armamento; Alkett juntaría las piezas y se encargaría de los acabados. Una vez más, Hitler en persona metió baza en el proyecto y obligó a considerar un cañón de 150 mm L/40 en vez de la pieza de 128 mm L/50 de origen antiaéreo que habían pensado utilizar los ingenieros de Krupp. Las órdenes eran tener el prototipo a punto en la primavera de 1943 y Porsche prometió que en mayo ya correría por ahí, seguro, palabrita de honor, por éstas, que son cruces.
El asunto de los cañones trajo a los ingenieros de cabeza. En diciembre de 1942 todavía discutían si montar un cañón pesado de 150 mm, uno antiaéreo de 128 mm, una modificación de éste con el cañón más largo o una pieza de origen naval de 127 mm. En pocas palabras, todavía no tenían muy claro cómo sería ese tanque, pero Hitler presionaba. Quería iniciar la producción del supertanque en verano, quería, ni más ni menos, cinco máquinas al mes.
¡Vaya con el encarguito! Los ingenieros de Krupp sudaban tinta y Porsche se lo pasaba en grande. Se sentía como pez en el agua.
Continuará.
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