Kurt Gebhard Adolf Philipp Freiherr (barón) von Hammerstein-Equord nació en 1878 y murió en 1943. Quizá no les diga nada su nombre, pero fue una de las figuras más importantes del ejército alemán en los años veinte y treinta (de hecho, fue Jefe del Estado Mayor del Reichswehr, el Ejército, hasta 1934)... y se opuso firme y abiertamente al nacionalsocialismo, mucho antes de que éste llegase al poder; y una vez llegó, siguió oponiéndose. Tuvo siete hijos e hijas. Dos de ellos participaron directamente en la conjura para matar a Hitler el 20 de julio de 1944 y se salvaron de milagro del cerco de las SS. Sus tres hijas mayores simpatizaron con el Partido Comunista alemán, dos militaron en él. Espiaron para la Unión Soviética y se opusieron a los nazis, aún con riesgo de sus vidas. La familia del general trabajó de tapadillo para salvar la vida de docenas de judíos alemanes y personas políticamente peligrosas para el nazismo. El general nunca ocultó lo que sentía por los nazis, desprecio, y advirtió repetidamente a sus camaradas del Ejército de lo poco bueno que podía esperarse de Hitler y su camarilla.
En pocas palabras, la familia Hammerstein (von Hammerstein-Equord, perdonen ustedes) es un caso singular en muchos aspectos, y también un ejemplo de valentía y tesón contra la tiranía. De ahí el título de la obra de Hans Magnus Enzensberger, Hammerstein o el tesón (Hammerstein oder Der Eigensinn: Eine deutsche Geschichte), que se publicó en Alemania en 2008 y ha traducido Daniel Najmías para Anagrama, que la ha publicado este año.
Cuentan que el libro es una biografía novelada, una novela biográfica... aunque Enzensberger dice, insiste en que no es una novela, por mucho que recurra a la ficción (en forma de diálogos) para explicar el perfil de algunos de los personajes de la historia. El libro es más apasionante por lo que cuenta que por cómo lo cuenta. Parece una enorme carpeta de apuntes. Pero el general y su familia, las intrigas políticas, las conjuras, las purgas de Stalin, la vigilancia de la Gestapo, todo sumado y algo más, mantienen en vilo al lector, sin necesidad de recurrir a la ficción. Recomendable.
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