El Panjandrum


El escalofriante y peligroso Panjandrum, en 1943.

En inglés, panjandrum es un personaje importante, influyente, o más bien, uno que se da a sí mismo mucha importancia. Es decir, un tipo presuntuoso, vanidoso y básicamente imbécil. La palabra la inventó Samuel Foote para The Grand Panjandrum, un poema absurdo y grotesco que escribió en 1755. El poeta describió a unos personajes que (cito) luchaban a la manera de Lancashire hasta que se agotaba la pólvora que llevaban en los tacones de las botas.

Un ingeniero aficionado a los libros empleó panjandrum para bautizar a una enorme rueda catalina en la que estaba trabajando el DMWD (Directorate of Miscellaneous Weapons Development o Dirección de Desarrollo de Armas Diversas), que dependía del Almirantazgo británico. El Panjandrum iba a ser un artefacto que ayudaría a las tropas de desembarco aliadas en Normandía, abriendo brechas en el Muro Atlántico.

Antes de proseguir, un poco de física. Una rueda catalina es una rueda que gira impulsada por cohetes. Es un clásico de los fuegos de artificio. Si los cohetes sólo funcionasen cuando apuntan hacia atrás, pero se detuvieran cuando apuntan hacia delante, la rueda catalina sería un vehículo a reacción, impulsado hacia delante por la acción hacia atrás del empuje de los cohetes. Pero como los cohetes funcionan todo el rato, tanto empujan hacia delante como hacia atrás y lo que tenemos en verdad no es un vehículo a reacción, sino un impulso rotatorio.

La rueda catalina se desplaza rodando porque la superficie en la que se posa le ofrece resistencia al giro. Pero ¡atención! Si la rueda catalina resbalase, no por llevar más cohetes avanzaría más deprisa, ¡sólo giraría más deprisa! No es lo mismo. De aquí nacen todos los males del Panjandrum.

El tercer o el cuarto prototipo de Panjandrum, en otoño de 1943.

La idea de los ingenieros del DMWD era unir dos ruedas catalinas de tres metros de diámetro y alojar en el eje una potente carga explosiva. Muy potente, pues se diseñó para un petardo de una tonelada de explosivos.

Imagínense la escena: Está usted en el Muro Atlántico, defendiendo la Gran Alemania, cuando se baja la trampilla de una lancha de desembarco enemiga y con gran aparato de humo y fuego surge una rueda monstruosa de tres metros de diámetro que gira y gira y gira y se le echa encima, con mucho ruido, echando pestes, hasta alcanzar los 100 km/h, saltando por encima de los obstáculos y alambradas hasta chocar contra el muro y entonces... ¡¡¡PUM!!! Una explosión horrísona abre una brecha tremenda en las defensas de la playa.

A estas alturas del cuento, el defensor del Muro Atlántico ya se habría cagado en los calzones, pero lo cierto es que el Panjandrum no se empleó jamás. Era un invento condenado al fracaso desde el primer momento y una historia que pudo ser bélica pasó a ser cómica, aunque rozó la tragedia en alguna ocasión.

En agosto de 1943, en Leytonstone, Inglaterra, fabricaron el primer prototipo del Panjandrum. Tardaron un mes en unir dos enormes ruedas de madera con radios metálicos a un tambor y colocar una docena de cohetes de veinte libras (poco más de nueve kg) de cordita en cada rueda. Fue el alférez Nevil Shute quien realizó los cálculos y bautizó al engendro mecánico como el Great Panjandrum. Con cohetes y la carga de explosivos del petardo, el cachivache pesaba 1.800 kg.

Con gran secreto, moviéndose sólo de noche con escolta policial, trasladaron al Panjandrum Mark I (prototipo) a la playa de Westward Ho! (sic) en Devon, en la costa occidental. Tanto secreto gastaron en la construcción y el transporte como publicidad se dió a la prueba, pues la playa era un lugar de veraneo y la encontraron llena de curiosos. La policía militar tuvo serios problemas para alejarlos de las playas, no fueran a hacerse daño con el Panjandrum Mark I.

El ensayo se realizó a la vista de todo el mundo... y fue un fiasco. Cargaron el tambor con arena, para simular la carga de explosivos, prendieron los cohetes y la rueda catalina comenzó a girar como una loca. Saltó de la lancha de desembarco, se atascó entonces en la arena de la playa, fallaron algunos cohetes de la rueda catalina izquierda y ¡pim! ¡pam! ¡pum! Después de un rumbo errático que no llegó a cubrir veinte metros, se detuvo. Explotaron varios cohetes y quedó allá tumbada, de lado, mientras el público aplaudía el espectáculo. Los radios metálicos se habían deformado bajo el calor de los cohetes.
  
Uno de los experimentos fallidos. Observen el zig zag del Panjandrum.

El alférez Shute no se desanimó. Concluyó (erroneamente) que el Panjandrum necesitaba más cohetes para tener más fuerza al desplazarse por la arena. En tres semanas, tuvo listo un segundo prototipo con ¡setenta cohetes!

Volvió a presentarse en la costa de Devon, volvió a encender los cohetes y así se movió el Panjandrum Mark II, zas, catapún, se enganchó una de las dos ruedas en la arena, se torció el rumbo y durante unos segundos interminables, la rueda dió vueltas sobre sí misma sin llegar a recorrer ni cincuenta metros, hasta que comenzaron a explotar los cohetes. Nadie se hizo daño y el público aplaudió a rabiar, porque, como antes, el secreto de las pruebas resultó imposible.

El tercer prototipo saltó de la lancha de desembarco, se mareó un poco y comenzó a correr ¡mar adentro! ¡Pum! explotó y se hundió.

Se añadió una tercera rueda en el centro del tambor, pero el artefacto quemó los cohetes, apenas se desplazó y fracasó de nuevo.

El principal problema del Panjandrum era dirigirlo en línea recta. Así que le pusieron unas riendas, dos cables metálicos, uno a cada lado del tambor. Bastaría estirar de uno o de otro para corregir el rumbo del vehículo, se dijo el alférez Shute. ¡Quiá!

El Panjandrum Mark... Bueno, he perdido la cuenta. A la que saltó de la lancha de desembarco, el Panjandrum enredó los cables. Peor: tanto fuego y humo ocultaban al vehículo y uno no sabía si torcía para la derecha o para la izquierda. ¿Cómo manejarlo, pues? El mejor prototipo guiado por cables sólo pudo avanzar 130 metros en zig zag, errático e indomable, para acabar quemándose con el acero deformado por el calor de los chorros de tantos cohetes de cordita, la mitad de los cuáles se habían dedicado a volar por libre, desprendiéndose del Panjandrum.

Porque los cohetes de cordita, sometidos a tantos esfuerzos, o se desprendían o se desintegraban uno detrás de otro, en todas y cada una de las pruebas del Panjandrum.

¿Creen que se abandonó el proyecto? ¡Ni hablar! En enero de 1944 se organizó una demostración oficial. Asistieron oficiales de alto rango y los jefazos del DMWD. Éstos se situaron en un altozano, provistos de prismáticos y telescopios. Como siempre, no faltaron curiosos en la playa, que le habían tomado gusto al espectáculo de la Marina. La demostración fue filmada por un tal Klemantaski, un cámara del ejército.

Se prendieron los cohetes, salió corriendo el Panjandrum y pronto se desprendió un cohete, que salió volando, y luego otro y otro. Comenzó el rumbo errático del petardo y se torció para abalanzarse sobre Klemantaski. Éste, como veía el experimento a través del teleobjetivo de la cámara, no se dió cuenta de que el Panjandrum se le echaba encima. Tuvo mucha suerte de echarse a un lado justo en el último momento y salir de la escena pies para qué os quiero.

Se desplomó el Panjandrum y comenzaron a volar cohetes por toda la playa en tiro rasante. Los jefazos del DMWD y los almirantes invitados corrieron todos a ponerse a salvo, arrojándose al suelo asediados por los cohetes desprendidos de la monstruosa rueda catalina. Entonces, el Panjandrum, sencillamente, estalló. Fin.

Fragmento de la película de Klemantaski, en YouTube. 

Ni que decir tiene que el proyecto Panjandrum murió ahí mismo de una vez y para siempre. Se desmontaron todos los prototipos por razones de seguridad, aunque hay quien insinúa, no sin malicia, que el aparato cumplió la misión de despistar a los posibles espías alemanes, que informaron de un artefacto diseñado especialmente para derribar los muros de la Muralla Atlántica del paso de Calais, pasando por alto que el Panjandrum no funcionaba ni para delante ni para atrás.

¿Creen que fue ése el último Panjandrum? ¡No! Las ideas brillantes no mueren jamás, aunque no funcionen.

Para celebrar el 65.º aniversario del Desembarco de Normandía, un Panjandrum de metro y medio de diámetro, impulsado por cohetes de fuegos de artificio, se probó en las playas de Normandía. Creían que iba a correr 500 metros a 24 km/h, pero no se desplazó más de 50 metros. Eso sí, por primera vez en la historia, en línea recta.



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