La mosca cojonera


La mosca cojonera, con la cámara de televisión a cuestas.

Técnicamente, es un UAV (Unmanned Aerial Vehicle), que se pronuncia yiueiví, y en un manual de tecnología aeronáutica aparecería como UAV Helicopter. Popularmente, se le da el nombre de drone, que se pronuncia dron. Es, que se entienda, un helicóptero radiodirigido, provisto de una cámara de televisión que también se dirige a distancia. En tierra, dos tripulantes más los de mantenimiento. Uno maneja el aparato volante y el otro, la cámara de televisión. Mientras tanto, los de mantenimiento rezan para que no se caiga.

El QH-50 DASH, pillado por un aficionado sobre la playa de San Sebastián.

Es un alarde tecnológico. Sus orígenes se remontan al Gyrodyne QH-50 DASH que probó la US Navy en los años setenta, pero éste es más pequeño, discreto, silencioso y mortífero. En efecto, no está provisto de torpedos o lanzagranadas, pero puede grabar un concierto de chirimías desde el aire y retransmitirlo a los televisores del lugar, en vivo y en directo, provocando efectos letales e inmediatos entre los televidentes, pobrecitos.

El aparato ha sobrevolado algunos de los actos de la Fiesta Mayor, patrocinado por la televisión local. Luego caerá en manos del gobierno municipal y servirá para controlar a los indígenas en los aparcamientos, por ejemplo. ¡Qué no podrá hacer un aparato como éste en las manos de Mortadelo y la Guardia Urbana! Imagínense: multas aéreas, seguimiento de sospechosos, comprobación radiocontrolada del cumplimiento de las ordenanzas municipales... Qué miedo.

Mientras planea el engendro del Gran Hermano suburense planea sobre las cabezas de los indígenas, éstos exclaman: ¡Mira, la mosca cojonera! No es para menos, dado el zumbido del cachivache y su aspecto de artrópodo.

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