Napoleonland


Estatua ecuestre dedicada al Emperador en Montereau-Fault-Yonne.

2014 promete ser un año cargado de acontecimientos. Por ejemplo, se pondrá la primera piedra del parque de Napoleonland, coincidiendo con el aniversario de la batalla de Montereau. Pero, calma, no vayamos con tantas prisas.

Un amigo y lector de este blog me avisó, hace unos días. Luis, me dijo, van a abrir Napoleonland. Puse cara de boniato, pues no sabía qué era Napoleonland. Ahora lo sé y pongo cara de boniato lo mismo, porque, parafraseando a Obélix, se han vuelto locos, estos franceses.

¿Quién es este señor?

Ya saben que la fama de Napoleón no conoce fronteras. Todo el mundo ha oído hablar de él y reconocería entre cientos su imagen de bajito con cara de mala digestión. Mejor todavía, el corso es más francés que cocinar con mantequilla y para los franceses es, sin discusión, un héroe nacional. Suman uno más uno y salen dos: nadie como Napoleón I, Emperador de Francia, Rey de Italia, Protector de la Confederación del Rin, bajito, calvo y con cara de mala digestión para garantizar el éxito de un parque de atracciones (patriótico, añado) en Francia, en Europa. De ahí, Napoleonland.

Uno no sabe si se enfrenta a una solemne estupidez o si, por el contrario, ha dado con una idea genial. Quizá sean ambas cosas a un tiempo, no podría descartarse la coincidencia.

Yves Jégo y unos friquis.
Un fallo en el disfraz: ¿qué se ha hecho de los grandes bigotes de los
grognards?

El promotor del parque es el director, presidente, gerente o qué sé yo (no me acuerdo) de Pro France, una organización que promueve la marca Francia en todo el mundo. El personaje es un político francés, Yves Jégo, que parece que habla en serio del parque de Montereau (su circunscripción electoral). He dicho el parque de Montereau porque el nombre de Napoleonland se lo han dado los británicos, que no pierden ocasión ni oportunidad de hacer guasa del francés. De Lego, Legoland; de Disney, Disneyland; pues, de Napoleón, Napoleonland, ¿no? ¡Venga risas!

El Reino Unido de Friquilandia.
Esqueleto del caballo de Napoleón, en el National Army Museum (Londres).

Dicho esto, resulta curioso señalar que los historiadores que más saben de Napoleón son británicos y que la tropa de friquis bonapartistas del Reino Unido supera, con creces, con mucho, de calle, a cualquier otra tropa de friquis bonapartistas de cualquier otra parte del mundo. Los británicos sienten una tremenda fascinación por ese personaje histórico, que podría llegar al delirio.

Friquismo en estado puro, en junio, al sur de Waterloo.
Un caballero disfrazado de oficial del Regimiento de Dragondes de la Emperatriz (francés) intentando darle de sablazos a un caballero disfrazado de dragón ligero (húsar) británico. Al fondo, dragones y coraceros (franceses).

Fíjense, si no, en que fueron ellos, los británicos, los que inventaron el reenacting, que es algo así como disfrazarse de granadero de la Vielle Garde y echarse al monte para quemar cartuchos con el mosquete, desfilar y gritar Vive l'Empereur! Fueron británicos los primeros que acudieron, disfrazados, a interpretar la batalla de Waterloo cada 18 de junio unos quilómetros al sur de Bruselas. Ahora en línea, ahora en columna, ahora en cuadro, ahora calen bayonetas y ahora griten Vive l'Empereur! y la madre que lo parió. Cuatro tiros de mosquete (sin bala) y hasta el año que viene. Que jueguen de esta guisa personas adultas es algo que no deja de producir pasmo y maravilla.

En cambio, oh, la la!, en Francia no existe ningún museo dedicado (exclusivamente) a Napoleón Bonaparte.

Se han propuesto Montereau para el parque de atracciones porque a) es la capital de la circunscripción electoral de mesié Jégo, b) porque queda cerca de París, c) porque fue allí, precisamente allí, donde tuvo lugar la batalla de Montereau, el 18 de febrero de 1814.

Para los no iniciados en el napoleonismo, la batalla de Montereau fue una de las batallas de la Campaña de Francia de 1814, donde el genio de Bonaparte volvió a brillar con fuerza. Sus victorias en aquellas circunstancias todavía provocan admiración entre los entendidos. Pero ¡qué derrota, al fin! ¡Ver que Montereau pasa de brillante victoria a parque de atracciones...!

Los trabajadores serán cuidadosamente seleccionados.

La cuestión es que el parque puede salir por más de 200 millones de euros y si se pone la primera piedra en 2014, podría inaugurarse en 2017. Para superar las reticencias del personal, se dice lo que se dice siempre, que creará miles de puestos de trabajo. Quién sabe.

Una de las atracciones del parque: ametrallar prusianos.

Sus atracciones prometen muchas emociones y aventuras. Por ejemplo:

1) Un festival acuático que recreará la batalla de Trafalgar. A saber cómo quedamos los españoles en el festival, que puede esperarse cualquier cosa de los gabachos.

2) Varios cañones de avancarga a disposición del público, que podrá emplearlos a discreción bajo la supervisión de un artillero (disfrazado para la ocasión). Me pido uno.

3) Un show que reproducirá el paso por la guillotina de Louis XVI. ¡Cómo envidio la historia de Francia!

4) El visitante podrá disfrazarse de soldado y participar en batallas simuladas. Se propone recrear cada día la Batalla de Waterloo. ¡Pudiendo recrear Austerlitz...!

5) Ésta no se la pierdan. Una pista de esquí que transcurrirá entre los cuerpos congelados de los soldados de la Grande Armée durante la Gran Retirada (de Rusia). ¡Impresionante!

Etcétera.

Plano del parque. ¿Ya han visto la N de Napoleón?

Además, el parque de Montereau contará con restaurantes (donde comer el delicioso pollo á la Marengo), bares y cafeterías, tiendas de souvenirs, hoteles y demás. ¡Hasta hablan de montar un museo!

¿Se hará realidad tan delirante proyecto? El tiempo lo dirá.

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