El asunto del alargador de penes

El día de Reyes, el pasado 6 de enero, en la comisaría pontevedresa de Joaquín Costa entró un ciudadano dispuesto a presentar una denuncia por estafa. El pobre hombre no acababa de creerse que el tamaño no importa y decidió probar suerte con un alargador de penes, explicó.

El alargador de penes es un artefacto mecánico de dudosa eficacia que actúa a tracción. Con un poco de imaginación adivinarán cómo se coloca; hay que llevarlo puesto para que funcione. Baste saber que cada día se le da la vuelta a uno o dos tornillos para que estiren un poco más el pito. Al final, según los vendedores del artilugio, tendrá usted un pedazo de... En fin, que la tendrá más grande, y no hace falta entrar en detalles.

Pues, como iba diciendo, se presentó el caballero en comisaría y dijo que le habían estafado. Como uno no compra un alargador de penes en una farmacia, delante del público, el caballero solicitó uno de estos artilugios por internet. Dio con un sitio que ofrecía uno a buen precio, pagó con la tarjeta de crédito y esperó noticias del cartero.

El paquete llegó, fíjense qué casualidad, la Noche de Reyes. Contenía una lupa.

He ahí por qué el caballero quiso presentar denuncia por estafa. Después de las risas del cuerpo de policía presente en la declaración, se lo pensó dos veces y se marchó con el rabo entre piernas (literalmente). No hubo denuncia, pero el hecho ha transcendido a la prensa.

Un funcionario de la comisaría, la Garganta Profunda de esta historia, ha dicho a los periodistas de La Voz de Pontevedra que técnicamente sería discutible hablar de una estafa porque agrandar, lo que se dice agrandar, es lo que, a fin de cuentas, hace una lupa, con evidente recochineo, entre risas compartidas.

El asunto es serio, afirman otros entrevistados, porque las estafas de este tipo abundan cada día más por internet. Sin embargo, en ésta se da un toque de humor que no se da en otras, reconozcámoslo. Una lupa... Lo que hay que ver.

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