¿Algún responsable?

En fin, la situación en la que han quedado miles de trabajadores y miles de pasajeros, engañados todos por alguien que sabía lo que estaba pasando y que ya ha tomado las de Villadiego sin avisar... Tanta gente sin salario o sin vuelo no es para tomársela a risa. Que se emplee en la nota de prensa que anuncia el final de Spanair la expresión falta de visibilidad financiera es casi un insulto a la inteligencia, el último adiós de quienes nos han robado y tomado el pelo a todos los últimos años, gente con nombres y apellidos.

Así acaba el gran proyecto aeroportuario de la sociedad civil catalana. Spanair es, se quiera o no, un claro ejemplo de cómo funcionan las cosas en este país y de por qué nos va como nos va.

Se da el caso que la mayoría de la compañía está en manos de la Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona. En 2009, la sociedad civil, pública y sonoramente reunida, exigió que el Aeropuerto del Prat fuera un nudo de comunicaciones internacional y para dar ejemplo, un ejemplo subvencionado, algunos empresarios de renombre compraron Spanair a SAS.

La gestión y el plan de negocio de tan ilustres empresarios terminó de arruinar a la compañía. Sonó la voz de alarma y la clase política del país, a las órdenes de la sociedad civil, acudió en ayuda de los directivos de renombre. A través de sociedades intermediadoras, la Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona se hicieron con dos terceras partes de las acciones de la compañía... De hecho, el porcentaje de acciones de propiedad pública no se conoce exactamente.

Esa propiedad no ha impedido que muchos directivos de la compañía se llevaran a su casa unos salarios y unas dietas de ésas que quitan el hipo. Mientras pocos se forraban, el dinero público se vertía en un agujero negro. Sólo en 2011, mientras se recortaba todo en todas partes, Spanair recibía más de 100 millones de euros de préstamos, ayudas y subvenciones públicas. En 2010, más de 50 millones.

De hecho, la Unión Europea quería que Spanair devolviera todas estas ayudas por suponer una ventaja artificiosa respecto a la competencia y no se descartaba multar por lo mismo a la Generalidad y al Ayuntamiento, que también tendrían que dejar de ser titulares de la compañía.
La compañía ha cesado su actividad (otro eufemismo) con una deuda de casi 170 millones de euros y unas pérdidas, el último año, de más de 115 millones.

¿Socios internacionales, que comprasen la compañía? Ya me dirán quién. Ninguno ha sido capaz de considerar interesante hacer del Prat de Llobregat un nudo internacional de comunicaciones aéreas. Si no, ya estarían volando desde Barcelona, con Spanair o sin Spanair, ¿no?, o solicitando hacerlo. La pregunta correcta es: ¿por qué las aerolíneas internacionales no tienen interés en Barcelona?

Mientras tanto, las nuevas instalaciones del Aeropuerto del Prat sólo sirven para compañías aéreas de baratillo, que llaman low-cost (loucós, en inglés), y el proyecto de un enlace internacional es lo que siempre ha sido: una utopía. Lo era el primer día. Las únicas compañías interesadas en volar con una base en Barcelona viven del turismo barato en verano.

Porque Cataluña hace años que ya no es una potencia económica e industrial. Somos lo que somos, una región antaño industriosa, moderna, culta, abierta y dinámica y hoy decadente y provinciana, que vive de rentas después de treinta años de una política cultural, empresarial y social nefasta, de la que todos somos responsables. Todos. Nos reímos del Aeropuerto de Castellón, pero éste que tenemos aquí... No nos gusta verlo, recordar cuántos millones se han enterrado en esas pistas y preguntar, a fin de cuentas, para qué sirven, las pistas y los millones desperdiciados.

Los responsables del desaguisado tienen el futuro asegurado, no iba a ser menos, ésa es otra de las características de nuestra patria. Ferran Soriano cobraba 300.000 euros al año más incentivos, dietas y demás como presidente de Spanair. Se anunció hace unos días que fichaba como directivo de un club de fútbol inglés, por una cantidad quizá mayor. ¿Qué sabía del final de Spanair? Al grito de ¡tonto el último! hizo suyo el dicho: toma el dinero y corre.

Pero muchos son los protagonistas de esta historia responsables del descalabro, y merecen publicidad. Merecerían más cosas, pero aquí nunca pasa nada.

Como recordatorio, el 31 de marzo de 2009, la sociedad civil catalana formó el nuevo consejo de administración de Spanair, formado por Ferrán Soriano, presidente, Benny Zakrisson (de SAS), vicepresidente, y como consejeros: Rafael Suñol, Maria Reig y Carles Tusquets representando a Catalana d'Iniciatives, Joan Gaspart, Jordi Clos, y Jordi Mestre representando a Turisme de Barcelona, Agustí Cordón, presidente de Fira de Barcelona, Lars Lindgren, otro representante de SAS, Jordi Bagó, Miquel Martí y Josep Mateu representando a Volcat 2009. Los consejeros ejecutivos, Soriano, Zakrisson, Suñol, Mateu y Gaspart.

Recordemos también la parte de responsabilidad de los alcaldes Hereu y Trias, y de los presidentes de la Generalidad de Cataluña Montilla y Mas, sin dejarnos a los representantes de tantos entes públicos metidos en el consejo de administración de Spanair.

Como dicen en catalán, hay para alquilar sillas.

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