Desde que el pulpo Paul ascendió a los cielos desde el acuario Sea Life, en Oberhausen, Alemania, el mundo del balompié carece de guía espiritual. Al menos, eso es lo que creía, ígnaro de mí, tan ajeno a las cosas del fútbol.
Resulta que el pulpo Íker reside en el Acuario Sea Life de Benalmádena. El pulpo Íker también realiza predicciones futboleras, y es del Madrí, me cuentan. Ese favoritismo tuerce un poco la virtud de sus previsiones, pero los periódicos aseguran que había augurado un empate Barça-Madrí y la victoria del Madrí en la última final de la Copa del Rey.
Ayer hubo fútbol. No sé qué se jugaban, pero fueron los de siempre, el Barça y el Madrí. Como me interesa un carajo, han tenido que contarme que el pulpo Íker está desolado, porque ayer predijo una victoria madrileña y hoy ha despertado con una victoria barcelonista.
Era previsible. El pulpo Paul era cosa fina; el pulpo Íker, de Benalmádena, apenas se ha iniciado en los misterios de la adivinación.
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