Cerebro y literatura

Desde el punto de vista neurológico, ¿cómo nos afecta la literatura? Las figuras retóricas ¿provocan el mismo efecto que las expresiones neutras? ¿Podemos distinguir unas de otras con un mapa de la actividad cerebral del lector?

Éstas y otras preguntas se hicieron los científicos del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje. Su fuente de inspiración fue un artículo publicado en la revista Science que mostraba que los chimpancés eran capaces de distinguir entre expresiones como plátano grande y plátano pequeño. Naturalmente, les iba el plátano en ello.

Se planteó la siguiente cuestión: el mecanismo que permite a los micos discriminar entre dos expresiones neutras diferentes con un mismo sustantivo ¿es el que emplean los humanos? ¿Es el mismo mecanismo que se da cuando se gestiona una figura retórica?

Lo más parecido a un simio que existe hoy en día en España es un universitario entre los 17 y los 25 años de edad, y se da el caso que tanto el universitario macho como el universitario hembra sienten una gran afición por los plátanos, ya me entienden. Así que los científicos vascos sometieron a cuarenta voluntarios al experimento de examinar su reacción neuronal cuando procesaban una expresión neutra, una expresión errónea, un pleonasmo o un oxímoron.

El resultado del experimento sorprendió a propios y extraños.

Los universitarios reaccionaron prácticamente igual ante una expresión neutra que ante una expresión errónea... Es decir, prácticamente no reaccionaron... aunque, cuando se emplea una expresión claramente errónea, el universitario vasco medio tarda unos 400 milisegundos en percibir que lo que se ha dicho está mal dicho y provoca una reacción en la parte frontal del cerebro que es lo que podríamos llamar extrañeza.

Luego vienen los pleonasmos. Tranquilos. Un pleonasmo no es una enfermedad. Un pleonasmo es el empleo de vocablos innecesarios para dar sentido a lo dicho, pero necesarios para darle énfasis, para hacerlo más expresivo, quizá más bello. Lo vi con mis propios ojos es un pleonasmo; basta con decir que lo vi con mis ojos, que si son míos, son los míos propios, se supone.

Los universitarios enfrentados a un pleonasmo dispararon la actividad de la parte frontal del cerebro. Les costó bastante más de 400 milisegundos en asimilar lo dicho.

Pero la marca se la lleva el oxímoron. Un oxímoron es la unión de dos palabras con sentidos opuestos que suman un nuevo sentido. Un silencio atronador es un ejemplo. Dumas murió gritando un oxímoron, cuenta la leyenda, exclamando ¡Veo una luz negra! Un político honrado no se sabe muy bien si es un oxímoron, una utopía o una figura fantástica. Etcétera.

Así que un universitario vasco medio se enfrenta con un oxímoron, se desatan las neuronas. El cerebro se activa durante un mínimo de 500 milisegundos. Según los científicos, de manera muy intensa. El oxímoron, en definitiva, obliga a pensar. De ahí que la corteza cerebral del universitario medio vasco se excite durante tanto tiempo ante una situación realmente tan novedosa.

Hablando un poco más en serio, se deduce que las figuras literarias despiertan el interés de quien las lee o escucha y generan una intensa actividad cerebral. Los investigadores vascos, animados por el descubrimiento, quieren examinar ahora el resultado de enfrentar a las cobayas con figuras retóricas más complejas, pero eso es algo que no se ha visto en los ámbitos universitarios desde hace mucho tiempo. ¿De dónde sacarán voluntarios capaces de asimilar tres palabras seguidas, por no mentar metáforas, sinonimias, hiperbatones, anáforas, retruécanos, paradojas, hipérboles ...?

Dígase en cristiano, que leer es bueno, que leer le vuelve listo a uno y le obliga a pensar.

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